Noticias franciscanas

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- Navidad 2011: Benedicto XVI propone a San Francisco como modelo

- Un nuevo CD franciscano

- "Ser santos con María": Consagración a La Inmaculada en el 2012

- Los franciscanos con la Nueva Evangelización


Navidad 2011: Benedicto XVI propone a San Francisco como modelo

[...] La Navidad es Epifanía: la manifestación de Dios y de su gran luz en un niño que ha nacido para nosotros. Nacido en un establo en Belén, no en los palacios de los reyes. Cuando Francisco de Asís celebró la Navidad en Greccio, en 1223, con un buey y una mula y un pesebre con paja, se hizo visible una nueva dimensión del misterio de la Navidad. Francisco de Asís llamó a la Navidad «la fiesta de las fiestas» – más que todas las demás solemnidades – y la celebró con «inefable fervor» (2 Celano, 199). Besaba con gran devoción las imágenes del Niño Jesús y balbuceaba palabras de dulzura como hacen los niños, nos dice Tomás de Celano (ibíd.). Para la Iglesia antigua, la fiesta de las fiestas era la Pascua: en la resurrección, Cristo había abatido las puertas de la muerte y, de este modo, había cambiado radicalmente el mundo: había creado para el hombre un lugar en Dios mismo. Pues bien, Francisco no ha cambiado, no ha querido cambiar esta jerarquía objetiva de las fiestas, la estructura interna de la fe con su centro en el misterio pascual. Sin embargo, por él y por su manera de creer, ha sucedido algo nuevo: Francisco ha descubierto la humanidad de Jesús con una profundidad completamente nueva. Este ser hombre por parte de Dios se le hizo del todo evidente en el momento en que el Hijo de Dios, nacido de la Virgen María, fue envuelto en pañales y acostado en un pesebre. La resurrección presupone la encarnación. El Hijo de Dios como niño, como un verdadero hijo de hombre, es lo que conmovió profundamente el corazón del Santo de Asís, transformando la fe en amor. «Ha aparecido la bondad de Dios y su amor al hombre»: esta frase de san Pablo adquiría así una hondura del todo nueva. En el niño en el establo de Belén, se puede, por decirlo así, tocar a Dios y acariciarlo. De este modo, el año litúrgico ha recibido un segundo centro en una fiesta que es, ante todo, una fiesta del corazón.
Todo eso no tiene nada de sensiblería. Precisamente en la nueva experiencia de la realidad de la humanidad de Jesús se revela el gran misterio de la fe. Francisco amaba a Jesús, al niño, porque en este ser niño se le hizo clara la humildad de Dios. Dios se ha hecho pobre. Su Hijo ha nacido en la pobreza del establo. En el niño Jesús, Dios se ha hecho dependiente, necesitado del amor de personas humanas, a las que ahora puede pedir su amor, nuestro amor. La Navidad se ha convertido hoy en una fiesta de los comercios, cuyas luces destellantes esconden el misterio de la humildad de Dios, que nos invita a la humildad y a la sencillez. Roguemos al Señor que nos ayude a atravesar con la mirada las fachadas deslumbrantes de este tiempo hasta encontrar detrás de ellas al niño en el establo de Belén, para descubrir así la verdadera alegría y la verdadera luz.
Francisco hacía celebrar la santa Eucaristía sobre el pesebre que estaba entre el buey y la mula (cf. 1 Celano). Posteriormente, sobre este pesebre se construyó un altar para que, allí dónde un tiempo los animales comían paja, los hombres pudieran ahora recibir, para la salvación del alma y del cuerpo, la carne del Cordero inmaculado, Jesucristo, como relata Celano (cf. 1 Celano, 87). En la Noche santa de Greccio, Francisco cantaba personalmente en cuanto diácono con voz sonora el Evangelio de Navidad. Gracias a los espléndidos cantos navideños de los frailes, la celebración parecía toda una explosión de alegría (cf. 1 Celano, 85 y 86). Precisamente el encuentro con la humildad de Dios se transformaba en alegría: su bondad crea la verdadera fiesta.
Quien quiere entrar hoy en la iglesia de la Natividad de Jesús, en Belén, descubre que el portal, que un tiempo tenía cinco metros y medio de altura, y por el que los emperadores y los califas entraban al edificio, ha sido en gran parte tapiado. Ha quedado solamente una pequeña abertura de un metro y medio. La intención fue probablemente proteger mejor la iglesia contra eventuales asaltos pero, sobre todo, evitar que se entrara a caballo en la casa de Dios. Quien desea entrar en el lugar del nacimiento de Jesús, tiene que inclinarse. Me parece que en eso se manifiesta una cercanía más profunda, de la cual queremos dejarnos conmover en esta Noche santa: si queremos encontrar al Dios que ha aparecido como niño, hemos de apearnos del caballo de nuestra razón «ilustrada». Debemos deponer nuestras falsas certezas, nuestra soberbia intelectual, que nos impide percibir la proximidad de Dios. Hemos de seguir el camino interior de san Francisco: el camino hacia esa extrema sencillez exterior e interior que hace al corazón capaz de ver. Debemos bajarnos, ir espiritualmente a pie, por decirlo así, para poder entrar por el portal de la fe y encontrar a Dios, que es diferente de nuestros prejuicios y nuestras opiniones: el Dios que se oculta en la humildad de un niño recién nacido. Celebremos así la liturgia de esta Noche santa y renunciemos a la obsesión por lo que es material, mensurable y tangible. Dejemos que nos haga sencillos ese Dios que se manifiesta al corazón que se ha hecho sencillo. Y pidamos también en esta hora ante todo por cuantos tienen que vivir la Navidad en la pobreza, en el dolor, en la condición de emigrantes, para que aparezca ante ellos un rayo de la bondad de Dios; para que les llegue a ellos y a nosotros esa bondad que Dios, con el nacimiento de su Hijo en el establo, ha querido traer al mundo. Amén.

Un nuevo CD franciscano

 

Un nuevo CD franciscano: «Id, yo os envío...»: Fr. Jacques Jouet es un cantautor que actualmente vive en la fraternidad de Besançon, Francia. A partir de la profesión religiosa, en 1994, descubre a Francisco de Asís como un hombre de humildad, bondad, paz y fraternidad con todos, especialmente con los mas necesitados.
 

Convencido de deber restituir el tesoro que ha recibido, el don de la fe que lo anima, Fr. Jacques da testimonio con alegría y sencillez, cantando ritmos populares: salsa, rock, country, romántica, etc. Los temas contenidos en el CD son: caminar por las calle con confianza; la paz entre los hombres y sobre todo entre las religiones; la solidariedad con los mas pobres; la belleza de la Creación; la figura de María nos muestra al Hijo; anunciar
la Buena Nueva del Evangelio a todos  los hombres.

"Ser santos con María": Consagración a La Inmaculada en el 2012

La Milicia de la Inmaculada, fundada por San Maximiliano Kolbe, ha sacado los materiales para la Consagración diaria a La Inmaculada las intenciones propias para cada mes, según la propuesta del Centro Internacional de la MI, con el lema: "Ser santos con María":
Dios quiere llenar de alegría tu corazón, el corazón de cada ser humano. Para ello no hay otro camino que la santidad. Ser santos es aceptar con amor la voluntad de Dios en cada instante de nuestra vida, cumplir sus mandatos, vivir alabándole sólo a Él.
Pero, claro, una y mil veces, uno se ve caído, buscándose a sí mismo, mediocre, manipulador..., y le parece que la santidad es una misión imposible, que debe ser para gente de otra pasta... El misterio está en que sólo podemos ser santos cuando conocemos el Amor que es Dios, cuando empezamos a descubrir un amor incondicional por su parte. Nos gustaría ser santos con nuestra propia bondad, con nuestros solos méritos. Sin embargo, los santos de verdad son los humildes que van aceptando que sus límites, torpezas y pecados son la ocasión para dejarle a Dios reinar en sus vidas.
Nuestra alma está deseando poder decir con la Virgen María: “se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador”. Esa es la clave. Todas nuestras alegrías son efímeras: están indicando que sólo en Dios tenemos alegría eterna, la alegría de la salvación.
¡Agárrate a María, La Inmaculada, la feliz esclava del Señor! Ella te lleva siempre a Cristo, el único Salvador, Aquel que nos da incluso a su Madre, maestra de santidad, compañera fiel, luz en la noche, causa de nuestra alegría!

 

Los franciscanos con la Nueva Evangelización

Del 7 al 9 de enero se ha celebrado en Manresa (Barcelona) un congreso sobre la nueva evangelización. La presencia franciscana ha sido muy significativa con dos franciscanos conventuales y cinco franciscanos capuchinos entre los participantes. Y es que el desafío, porque de eso se trata, de la nueva evangelización del viejo continente no puede dejar indiferente a nadie, y mucho menos a los franciscanos. Es evidente que en los últimos decenios nuestros países europeos, en mayor o menor medida, se han embarcado en un proceso de “renovación social y cultural” que intenta excluir a Dios de la conciencia pública, ya sea negándole totalmente, ya sea juzgando que su existencia no es demostrable y, por tanto, irrelevante. Este proceso se ha ido concretizando en el intento de plasmar la vida, el arte, la política, las leyes, ¡la economía!, etc., “arrinconando” completamente a Dios. Sin embargo, lo que en un primer momento parecía una liberación, un signo de verdadero progreso, estamos constatando el “desierto interior” que provoca en el hombre, porque de hecho el hombre alejándose de Dios se ve alejado siempre más de sí mismo y de los otros.
Ante esta situación, la Iglesia en Europa ha querido elegir como uno de los ejes de su misión la nueva evangelización, entendida como un volver a proponer, en un diálogo profundo y sincero con el hombre contemporáneo, la belleza del Evangelio, anunciando a Jesucristo, en quien, como dijo el Papa durante su último viaje a Alemania, “hay futuro, vida y alegría”. (fr. Abel García)

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