- Centenario de la presencia de las Franciscanas
Misioneras de María (FMM) en Perú
- Nuevo beato franciscano
- Carta de la Comisión Internacional para JMJ Madrid
2011
- El Ministro General OFM visita en Valencia a los
frailes
- Franciscanos Conventuales al servicio de los
peregrinos en Ponferrada
Centenario de
la presencia de las Franciscanas
Misioneras de María en Perú
|
Arequipa
(Agencia Fides) – Las
Franciscanas Misioneras de María
(FMM) iniciaron las
Celebraciones por el Centenario
de su presencia en Perú. El
Domingo 16 de Mayo, Mons. Javier
del Río Alba, Arzobispo de
Arequipa, celebró una Santa Misa
en el Colegio de Santa Rosa de
Viterbo, durante la cual destacó
el importante trabajo realizado
por las Religiosas en la ciudad
y en la provincia de Arequipa.
“Es importante dar una Educación
Católica a los niños para que
puedan crecer con Valores, de
modo que más tarde en su Vida,
tales Valores se reflejen en sus
acciones”, dijo el Arzobispo a
los estudiantes, Docentes y
Personal Administrativo del
Instituto de Instrucción de
Santa Rosa de Viterbo, cuya
gestión depende de las
Religiosas Franciscanas
Misioneras de María.
El Obispo felicitó a las
Religiosas porque bajo la
inspiración de la Fundadora, la
Beata Sor María de la Pasió,
realizan su Trabajo Pastoral en
las zonas más lejanas y remotas,
como los Distritos de Melgar y
Huanca. “Las generaciones de
muchachas que son ahora el
orgullo de la Iglesia y que
trabajan con éxito en diversos
campos de la sociedad, reflejan
el trabajo infatigable que
habéis llevado a cabo”, concluyó
el Pastor de Arequipa.
Las Franciscanas Misioneras de
María (FMM) llegaron a Perú por
pedido del Arzobispo Mons.
Francisco Mariano Holguín
Maldonado, de la Orden
Franciscana. “Somos Hermanas
Consagradas que hemos escogido
seguir a Cristo a través del
Camino Misionero propuesto por
Sor María de la Pasión, nuestra
Fundadora”, dijo Sor María Remei
Pelach Feliu, Superiora de la
Comunidad. “Como nuestra
Fundadora nos esforzamos en
vivir en comunidad y nos
dedicamos a la Oración y al
servicio de la Misión
Universal”. Las FMM son 6.966
(en América son 773) de 80
nacionalidades, presentes en 76
países (12 de América Latina).
(CE) (Agencia Fides, 28/05/2010) |
Nuevo beato
franciscano
|
Fray Leopoldo de
Alpandeire (1864-1956) será
beatificado en Granada (España)
el 12 de septiembre. Aquí puedes
encontrar una carta del Ministro
general de los Capuchinos con
tal motivo:
Prot. N. 00653/10
En el arco de pocos meses,
nuestra Orden se prepara para
vivir una segunda beatificación
¡y nuevamente en la Península
Ibérica! Esta vez es fr.
Leopoldo de Alpandeire, un
hermano cercano a nosotros en el
tiempo.
Su vida no se distingue por
grandes obras, sino más bien por
la simplicidad y la fidelidad
con las que se donaba en todo lo
que hacía. De él se puede decir,
antes que nada, que fue un
“hombre de Dios”, permeado de su
Espíritu. Era un hermano
limosnero y por esto estaba todo
el día entre la gente. La suya
no era una posición de poder,
sino la de alguien que quiere y
que deja libre a quien tiene
delante. Pedía la limosna para
la vida de los hermanos, dejaba
a cambio a quien le daba, la
paz, los dones del Espíritu.
El ejercicio de la limosna, así
como la hizo fr. Leopoldo,
desapareció totalmente, o casi,
en la Orden, pero es necesario
descubrir otras formas para
estar presentes entre la gente
como “menores”. “Sujetos a todos
los hombres de este mundo”, dice
San Francisco en las Alabanzas
de las virtudes, para ofrecer la
ocasión de tener un gesto de
compartir y de ofrecerles “Su
paz”, la paz del Señor Jesús.
¿Cómo? Involucrándose en las
obras de caridad que muchos de
nuestros hermanos han comenzado,
pidiéndoles a ellos que
derrochen un poco de su tiempo
en el realizar y recibir el
bien. De la gratuidad en el
donarse no puede sino nacer el
agradecimiento por todo lo que
uno ha recibido.
El beato Leopoldo es parte de
aquella gran procesión de
frailes limosneros que han
encarnado en minoridad el
llamado del Buen Dios que busca
al hombre porque lo ama.
En el centro de la Serranía de
Ronda se encuentra Alpandeire,
pueblecito minúsculo, escondido,
como un nido en el corazón de la
montaña, una belleza natural. Es
la tierra natal de nuestro santo
limosnero capuchino, místico de
la humildad y del escondimiento,
don de Dios a la humanidad que
busca su destino.
Sus padres, Diego Márquez Ayala
y Jerónima Sánchez Jiménez, eran
campesinos, simples y
trabajadores y, como la mayor
parte de la gente, trabajaban
duro para hacer fértil aquella
tierra pedregosa de la cual
extraer el sostén para la
familia. El 24 de junio de 1864
nació el primer hijo que el día
29 de junio en la fuente
bautismal recibía el nombre de
Francisco Tomás de San Juan
Bautista, nuestro fr. Leopoldo.
Diego y Jerónima se alegraron
del nacimiento de otros tres
hijos, Diego, Juan Miguel y
María Teresa.
En el calor del amor familiar,
alimentado por la práctica de
las virtudes cristianas, crecía
la buena semilla cristiana de
Francisco Tomás. De su padre
tomó los buenos modales, los
principios cristianos y la
práctica del bien. De los labios
de la madre, aprendió la
oración. Alegre, juicioso, de
buena compañía, trabajador
incansable, Francisco Tomás
comenzaba su jornada asistiendo
a la Santa Misa y visitando el
Santísimo Sacramento. Su
generosidad en compartir lo poco
que tenía y su bondad natural,
nunca forzada, eran expresión de
una profunda vida espiritual y
de una fuerte experiencia de fe.
Era “todo corazón” socorriendo a
los pobres, nos dicen los
testimonios de aquellos que lo
conocieron. Se cuenta que
regalaba sus herramientas de
labranza a quien las necesitaba,
o daba el dinero ganado en la
vendimia a los pobres que
encontraba en su camino hacia
casa.
Así pasó, en el trabajo del
campo y en la vida familiar, sus
primeros 35 años de vida
“escondida”. Mientras tanto,
Dios lo iba modelando lentamente
esperando la ocasión para
llamarlo a su servicio. Y así en
1894, escuchando la predicación
de los capuchinos en ocasión de
la fiesta que se estaba
preparando en Ronda para
celebrar la beatificación del
capuchino Diego de Cádiz, el
joven Francisco Tomás, decide
abrazar la vida religiosa
haciéndose capuchino. “Pido ser
capuchino como ellos”. Atraído
por “su vida retirada”.
Tan solo en 1899 fue acogido
entre los capuchinos en el
convento de Sevilla. Un mes
después pasaba al noviciado
acompañado del parecer más que
favorable de los miembros de la
comunidad que alababan su
silencio, su laboriosidad, su
oración, su bondad. De la mano
de fr. Diego de Valencina,
Superior y Maestro de novicios,
el 16 de noviembre del mismo año
recibe el hábito capuchino y el
nombre de fr. Leopoldo de
Alpandeire.
La decisión de hacerse capuchino
no requirió un cambio radical de
vida, pues ya vivía una profunda
e intensa vida evangélica. Fr.
Leopoldo trabajando en los
campos y en la huerta del
convento transformaba su humilde
trabajo en oración constante y
en generoso servicio. El cambio
de nombre, comentará años más
tarde, lo conmovió “como una
ducha de agua fría”, también
porque aquel nombre no era usual
entre los miembros de la Orden.
Su entrada en el convento no fue
la consecuencia de la pobreza,
ni un refugio para un corazón
herido, sino una manifestación
de todo lo ya vivido y sentido.
El ejemplo del beato Diego de
Cádiz lo había inducido a servir
a Dios con todo su ser hasta la
inmolación.
Sabiéndolo campesino, en Sevilla
le encargan ayudar al hermano
hortelano. En la huerta, junto a
las verduras, fr. Leopoldo
cultivaba también sus dones
espirituales. Quién lo conoció
afirma que su santa alegría era
igual a su profunda interioridad
que sus ojos y su rostro no
podían esconder. Cada uno de sus
gestos, incluso el más cotidiano
y repetido, surgían de una
profunda comunión con Dios. El
novicio fr. Leopoldo experimentó
la alegría de haber respondido
al llamado de Dios. Estaba
seguro: tenía 36 años, pero la
juventud del espíritu no era un
hecho solamente interior,
explotaba en una visible y
gustosa alegría. La experiencia
del noviciado puso las bases de
su camino espiritual, porque su
amor a Dios se acrecentaba por
el conocimiento de la tradición
y de la espiritualidad
capuchina.
Terminado el noviciado emitió la
primera profesión, pasando
breves períodos en los conventos
de Sevilla, Granada y Antequera.
Sin descanso, la azada lo
acompañaba como una fiel
compañera mientras continuaba
cultivando la huerta de los
frailes. Aprendía a transformar
el trabajo manual y el servicio
a los hermanos en oración. Fue
un “contemplativo entre el agua
de los canales de riego, las
hortalizas, los frutos y las
flores para el altar”.
Fue destinado al convento de
Granada, la primera vez, en 1903
y siempre con el oficio de
hortelano. Fueron los últimos
años vividos en absoluto retiro
entre los viejos muros
conventuales y la huerta. Años
de profunda experiencia
espiritual y de silencio. En la
huerta crecía su diálogo con
Dios y al mismo tiempo crecían
sus virtudes. De la huerta
pasaba a la capilla del
Santísimo donde, por largas
noches, estaba en profunda
adoración. En el viejo convento
de Granada el 23 de noviembre de
1903, fr. Leopoldo emitió los
votos perpetuos en las manos de
fr. Francisco de Mendieta,
Superior de la casa. Era su
consagración definitiva a Dios
por la cual había vivido y por
la cual vivirá el resto de su
vida.
Después de breves estancias en
Sevilla y en Antequera, el 21 de
febrero de 1914, retornará a
Granada para quedarse para
siempre. La ciudad a los pies de
la Sierra Nevada, será el
escenario de medio siglo de su
vida. Hortelano, sacristán y
limosnero, siempre unido a Dios
y al mismo tiempo siempre
cercano a la gente. El oficio de
limosnero será el que lo
definirá y lo caracterizará. Se
había hecho religioso para vivir
lejos de “ruido del mundo”, fue
lanzado por la obediencia a
combatir la batalla decisiva de
su vida entre las calles de la
ciudad y las voces de la gente.
Desde ahora, y con paso
decidido, las montañas, los
valles, los caminos
polvorientos, las calles, serán
su claustro y su iglesia. Fr.
Leopoldo, como otros santos
capuchinos marcados por una
clara inclinación a la vida
contemplativa, vivió
constantemente en un contacto
con la gente que en lugar de
distraerlo, le ayudó a huir de
sí mismo, a cargar con el peso
de los otros, a comprender, a
ayudar, a servir, a amar. Era,
como ha dicho un ferviente
devoto suyo “parco, pero no
distante”.
Su figura fue tan popular en la
ciudad que todos lo reconocían.
Sobre todo los niños que al
verlo gritaban “Miren, por allá
viene fr. Nipordo”, e iban a su
encuentro. Se quedaba con ellos
explicándoles alguna página del
catecismo y con los adultos para
escuchar sus problemas y sus
preocupaciones. Fr. Leopoldo
había descubierto el mundo para
compartir con todos la bondad
divina: recitar Tres Avemarías.
Era su fórmula para entrelazar
lo divino en lo humano.
Por medio siglo, día a día, fr.
Leopoldo recorrió Granada
distribuyendo la limosna del
amor, dando color a los días
tristes de muchos, creando
unidad y armonía, llevando a
todos al encuentro con Dios,
dando dignidad al trabajo de
todos los días. Cada acción suya
y cada acercamiento a la gente
era siempre nueva.
Para él no todo fue fácil, ni
sin dificultad. Fr. Leopoldo de
hecho ejerció su trabajo de
limosnero en una época en la
cual en España soplaban vientos
anticlericales y cuanto sabía a
religión era mal visto, si no
perseguido. Era el tiempo de las
“Dos Españas”, de la Segunda
República en primer lugar y de
la guerra civil después. Siete
mil fueron los religiosos y los
sacerdotes asesinados por el
único motivo de ser tales. En su
camino cotidiano de limosnero
fr. Leopoldo tuvo que sufrir
mucho y no pocas veces fue
insultado malamente: “¡Holgazán,
pronto te pondremos la soga al
cuello!”. “¡Vagabundo, le
gritaban, trabaja en lugar de
andar buscando limosna!”.
“¡Prepárate que iremos a
cortarte el cuello!”.
“Experimentó este clima hostil
y, parafraseando el Evangelio,
decía: “¡Pobrecillos, no tengo
más que compasión de ellos,
porque no saben lo que dicen!”.
¿Había, me pregunto, algún
secreto en la vida de nuestro
hermano limosnero? Sí, el
secreto de su vida era su
oración, su unión con Dios y su
trabajo. Él transformaba todo en
oración y su oración era su
trabajo más preciado. Su vida no
fue una vida de grandes gestos o
de eventos particulares, a
excepción de lo que normalmente
es pedido a quien abraza la vida
religiosa.
La santidad de fr. Leopoldo
tenía el soporte de la humanidad
del viejo Francisco Tomás. Él
mantuvo la identidad del
campesino de Alpandeire que ya
incluía su camino de santidad.
Fr. Pascual Riwalski, ya
Ministro general de la Orden,
hablando de él decía: “Es
indudable que encontrando a fr.
Leopoldo fascina rápidamente por
su ser simple, natural, sin
artificios, sincero y recto,
evangélicamente pobre. Un pobre
creyente y cándido, simple y
discreto, que ha sabido ponerse
siempre en segundo plano,
sirviendo siempre en el
anonimato y la humildad. Un
hombre con un corazón de niño,
noble y franco, cortés y sobrio,
de campesino honesto… Un hombre
extremadamente reservado y
modesto respecto a todo aquello
que de bueno el Señor obraba por
su medio, que se turbaba delante
a las alabanzas de los hombres,
que se regocijaba en las
humillaciones y que mantenía una
conciencia viva de sus límites y
de sus pecados. Muchas veces
repetía: «Soy un gran pecador».
La verdadera chispa evangélica
es fruto de la estima que
tenemos de nuestros iguales y de
las creaturas desde la
perspectiva de Dios. Fr.
Leopoldo conocía bien aquel
famoso dicho de San Francisco:
“porque el hombre cuánto vale
ante Dios, tanto vale y no más
(Admonición 20)”.
No era fácil ver sus ojos. Fr.
Leopoldo, tomó como modelo a San
Félix de Cantalicio, en tener
los ojos vueltos hacia la tierra
y el corazón al cielo. Tenía
ojos de niño, puros y
penetrantes, serenos y lípidos.
Transmitía serenidad, pureza y
dulzura de corazón, fruto de una
paz interior que lo invadía.
Tenía un particular ascendiente
sobre todos los que encontraba a
causa de su humildad y
disponibilidad. Su figura no era
la de aquellos que golpean y
atraen la atención. Más que
“andar entre la gente, fr.
Leopoldo, pasaba entre la
gente”, más que mirar, veía en
el corazón de las personas que
lo buscaban.
Viendo su vida podemos decir que
se adhirió al Evangelio de
Cristo sine glossa siguiendo el
ejemplo de San Francisco. Lo
extraordinario se encuentra en
su limpieza, claridad, silencio.
En un clima de incertidumbre y
de falta de referentes, la
figura del Siervo de Dios fr.
Leopoldo se presenta como aquel
que ha escuchado la voz de Dios
con atención y se dejó
transformar a imagen del Hijo
Unigénito.
Cierto día, mientras, como de
costumbre recogía la limosna de
la caridad, tenía 89 años, cae
por tierra fracturándose el
fémur. Recuperado en un
hospital, afortunadamente sin
operación quirúrgica, sanó. Dado
de alta, retornó al convento a
pié ayudado tan solo por el
bastón, pero no pudo recorrer
más las calles. Pudo, eso sí,
dedicarse totalmente a Dios, el
gran amor de su vida. Absorto en
Dios, pasó los últimos tres años
de su vida, consumiéndose de a
poco “cual llama de amor”.
La pequeña llama se apagó el 9
de febrero de 1956. Tenía 92
años. El humilde limosnero de
las Tres Avemarías, se reunió
con el Señor. La noticia de su
muerte corrió por toda la ciudad
de Granada conmoviéndola. Un río
de gente de toda edad y
condición se encaminó hacia el
convento de los capuchinos. La
fama de santidad que ya lo había
acompañado durante la vida,
creció después de su muerte.
Cada día, pero sobre todo el 9
de cada mes, una insólita
afluencia de gente de todo el
mundo visita su tumba. Muchas
son las gracias que Dios concede
por la intercesión de su siervo
fiel.
Benedicto XVI el 15 de marzo de
2008 declaró la heroicidad de
sus virtudes y el 12 de
septiembre de 2010 será
declarado Beato.
Roma, 15 de agosto de 2010,
Solemnidad del la Asunción de la
Beata Virgen María
Fr. Mauro Jöhri, Ministro
general OFMCap |
Carta de la
Comisión Internacional para la JMJ
Madrid 2011
Roma, 20 de julio de 2010
A todos los miembros de la
Familia Franciscana del mundo
Queridos hermanos y hermanas: |
¡El Señor os dé su paz!
En el mes de febrero de este año
habéis recibido la carta de la
Conferencia de la Familia
Franciscana con el deseo de que
todos los jóvenes franciscanos
se encuentren en el transcurso
del programa que se está
preparando para todos los
miembros de nuestra Familia que
participen en la JMJ del 16
al 21 de agosto de 2010 en
Madrid
Ese programa será ofrecido a
todos los participantes de la
JMJ para que puedan conocer más
de cerca a nuestra Familia con
todas las diversidades y
riquezas que tiene el propio
carisma franciscano en la vida y
misión de la Iglesia.
Además, la Conferencia de la
Familia Franciscana ha informado
que para dicho propósito se ha
constituido una Comisión
internacional, formada por los
Asistentes Espirituales
Generales de la OFS y de la
Jufra y por los miembros de la
Comisión de la Juventud
Franciscana de la Presidencia
del Consejo Internacional de la
OFS y otra constituida por la
Familia Franciscana de España,
con la tarea de preparar,
coordinar y animar este programa
durante la JMJ.
Por ello os invitamos a
aprovechar el tiempo previsto
para encuentros con el fin de
conocernos y estar en compañía
de los otros jóvenes de la
Familia Franciscana procedentes
de todo el mundo. Esa será, de
hecho, una ocasión única para
poder intercambiar nuestras
experiencias y, al final – como
hacían los primeros franciscanos
después de la celebración del
Capítulo de las Esteras – de
ponernos en camino para retornar
a todo el mundo animados para
anunciar la Buena Noticia. Por
ese motivo, con esta carta
queremos daros algunas
informaciones útiles referentes
al encuentro que estamos
preparando.
El desarrollo del programa de la
Familia Franciscana se
desarrollará durante la Jornada
Mundial de la Juventud, del
16 al 19 de agosto de 2011
en la ‘Aldea Franciscana’,
que tanto la Comisión
Internacional como la de España
han considerado establecer
entorno a la iglesia de San
Francisco el Grande.
Agradecemos a los franciscanos,
religiosos y seglares, por su
generosa disponibilidad al
ofrecernos sus espacios para el
encuentro. El ambiente estará
abierto y a disposición de los
participantes cada día de las 12
a las 24 horas (excepto durante
los grandes eventos de la JMJ y
del ‘Festival de la Alegría’).
La ‘Aldea Franciscana’
pretende ser un espacio de
encuentro y de intercambio,
donde los jóvenes y sus
responsables puedan vivir la
fraternidad universal de un modo
sencillo y particular, que a
menudo las grandes
manifestaciones no permiten.
‘La Aldea’ ha sido pensada
para encuentros y otras
actividades como exposiciones,
proyecciones, venta de objetos,
conferencias, oraciones y
adoraciones, etc..., siempre con
la posibilidad de tomar un café
o un refresco. Pero sois
vosotros, los grupos
franciscanos de todo el mundo,
quienes debéis dar vida a la
‘Aldea Franciscana’, ya sea
con vuestra presencia como con
vuestra activa creatividad
Como los jóvenes franciscanos
queremos participar en el
programa organizado por la JMJ,
os exhortamos a responder a la
invitación de las catequesis de
la mañana, que se desarrollarán
en los diferentes barrios de
Madrid con una presencia y
participación activa. A partir
de las 12 horas, podréis tomar
parte en las actividades y el
programa que estamos preparando
para la Familia Franciscana. Sin
más, estás todos invitados a
enriquecer el programa con
vuestras propuestas. Por ello os
pedimos que ofrezcáis, cuando
antes (no después del 28 de
febrero de 2011 y vía e-mail:
gmg2011ff@gmail.com)
vuestras actividades (oración,
proyección de películas, venta
de objetos...) para que puedan
ser incluidos en los eventos
oficiales. Pero tened bien
presente que los responsables
para el desarrollo de las
actividades sois vosotros
mismos: nosotros podemos
aseguraros los espacios y
eventualmente los medios
necesarios, pero sois vosotros
los que debéis animar y realizar
la actividad preparada.
Junto a la información indicada,
el tiempo para el
desarrollo de la ‘Aldea
Franciscana’ será:
·
del 16 al 19 de agosto de 2011,
de las 12 a las 24 horas;
y el lugar donde se
desarrollará:
·
San Francisco el Grande - Plaza
de San Francisco
Calle de San Buenaventura 1 -
8005 Madrid, España
Os informamos también de las
principales actividades de la
Familia Franciscana durante la
JMJ, en los cuales esperamos la
participación de todos los
jóvenes franciscanos e invitamos
a todos los otros a conocer
nuestro carisma:
·
‘Festival de la Alegría’,
miércoles 17 de agosto de 2011,
de las 21 a las 24 horas
o
Concierto de famosos artistas
o
Breves actuaciones y
presentaciones de diversos
artistas
o
Animación
·
Oración franciscana
·
Catequesis y eucaristía
·
Participación conjunta en los
actos principales de la JMJ
A propósito de la inscripción
para la Jornada Mundial de la
Juventud, esta se debe realizar
a través de la organización de
la JMJ, vía internet (www.madrid11.com).
Nuestra propuesta es la de
inscribirse como grupo propio
porque así será posible para
nosotros pedir a los
organizadores la posibilidad de
estar juntos durante la Vigilia
y la Eucaristía de Conclusión y
los otros actos principales de
la JMJ. Pero de esto hablaremos
más adelante.
Para cualquier duda o
clarificación, dirigíos a
nuestra dirección de e-mail:
gmg2011ff@gmail.com.
En alegre espera de la JMJ y de
nuestro encuentro, ¡os saludamos
fraternamente!
En nombre de la Comisión
Internacional, la coordinadora
Ana Fruk
En nombre de la Comisión de la
Familia Franciscana de España,
el coordinador
Xavi Ramos |
El Ministro
General OFM visita en Valencia a los
frailes
D. Carlos Osoro, arzobispo de
Valencia, y el Ministro General |
30 Jul 2010 .-
CAMINEO.INFO -Valencia/ESPAÑA-
El ministro general de los
franciscanos, Fray José
Rodríguez Carballo, ha viajado a
Valencia para visitar y dialogar
con los religiosos de la orden
presentes en la diócesis, tras
la celebración el pasado mes de
abril de su capítulo provincial,
en el que fue reelegido José
Antonio Jordá como superior de
la provincia franciscana de
Valencia, Aragón y Baleares.
Fray José Rodríguez Carballo, de
56 años y natural de Ourense,
que prolongará su estancia en la
capital valenciana hasta mañana,
viernes, ha sido recibido esta
tarde por el arzobispo de
Valencia, monseñor Carlos Osoro,
con quien le une una “amistad
muy cordial, desde que fue mi
obispo en Orense”.
Durante dos días, el máximo
responsable de los franciscanos
se ha reunido, igualmente, con
la comunidad interprovincial de
la orden, ha visitado el
noviciado del monasterio de
Santo Espíritu de Gilet así como
a las religiosas clarisas de
Villareal, para “conocer su
realidad, necesidades y mantener
con ellos un diálogo fraterno”,
ha añadido.
En la actualidad, la provincia
franciscana de Valencia, Aragón
y Baleares cuenta con cerca de
un centenar de religiosos, que
dirigen colegios y parroquias,
entre otras obras de apostolado.
Fray José Rodríguez Carballo
viajará mañana, miércoles, a
Asís, en Italia, para presidir
las celebraciones en honor a
Nuestra Señora de los Ángeles.
Durante su visita a Valencia, el
ministro general ha invitado a
las comunidades religiosas que
ha visitado a “salir a proclamar
el Evangelio con valentía, a
ponerlo en el centro de nuestra
vida” , como el “único modo de
responder a nuestra vocación y
misión", ya que “el mundo lo
necesita y es en el Evangelio
donde encontraremos las
respuestas ante la situación
difícil que vive el hombre hoy”. |
Franciscanos
Conventuales al servicio de los
peregrinos en Ponferrada
|
Entrevista a
fray Juan Miguel Vicente
Valtueña, franciscano menor
conventual, 50 años y profesor
de Sagrada Escritura en la
Facultad Romana de Teología
Seraphicum.
¿Qué hace un franciscano como
usted en un camino como éste?
Soy uno de los muchos
contagiados por “el virus del
Camino”. Seguramente, uno puede
pensar que no hay nada más
alejado de las aulas de una
Facultad Teológica que ese mundo
multicultural, itinerante, tan
variado y diverso que
constituyen los numerosos
peregrinos que recorren hoy el
Camino de Santiago. Pero,
después de haber hecho el Camino
tres veces y haber recibido
tanto como peregrino, llega el
momento de dar gratis lo que uno
ha recibido gratuitamente, como
nos recuerda el Evangelio. Por
el Año Jacobeo, nuestra
Provincia franciscana conventual
de España se planteó la
posibilidad de colaborar en la
atención humana y espiritual a
los peregrinos. Estoy en el
albergue parroquial de
Ponferrada, con otros tres
hermanos de la Orden y seis
hospitaleros voluntarios.
¿Qué encuentra la Vida
Religiosa en los caminos de la
vida?
La vida real y concreta de los
hombres y mujeres que sufren,
aman, sueñan, ríen y lloran,
esperan y siguen caminando. Cada
peregrino llega aquí con su
mundo interior, motivaciones e
inquietudes. El contacto con la
vida de nuestros contemporáneos,
es siempre enriquecedor para la
Vida Religiosa, la cual, a su
vez, puede iluminar los
corazones con la luz del
Evangelio.
¿Dónde tenemos que situar hoy
el claustro? ¿Está la Vida
Religiosa en Europa donde tiene
que estar?
San Francisco de Asís decía que
nuestro claustro es el mundo:
ése es el lugar de los hermanos
menores. En esta Europa cansada
y desencantada a veces, la Vida
Religiosa puede aportar estilos
de vida alternativos:
fraternidad frente a
individualismo; la sobriedad y
la pobreza evangélica frente a
la tiranía del dinero; el
servicio y la entrega solidaria
frente a la búsqueda del poder y
el dominio; la contemplación, el
silencio y la reflexión frente
al ruido. Se trata, en
definitiva, de iluminar nuestra
sociedad y nuestra cultura con
la luz diáfana del Evangelio,
viviendo ahí la pasión por Dios
y la pasión por nuestros
hermanos.
¿Qué le sugieren las
siguientes expresiones?
Misión compartida:
la necesidad imperiosa de
colaboración entre religiosos y
laicos en la tarea de la nueva
evangelización. La colaboración
entre religiosos y hospitaleros
voluntarios en este albergue es
un ejemplo concreto de lo
fructífera que puede resultar la
misión compartida.
Apertura y diálogo:
hay que tener el corazón y los
ojos abiertos a la riqueza
humana. San Francisco de Asís
enseña que cada persona es
portadora de una riqueza única,
que nadie puede suplir. Estar
abierto a los demás significa
tratar de descubrir siempre lo
mejor que hay en ellos,
ofreciendo a la vez los dones y
la riqueza que cada uno ha
recibido.
Vida en comunión:
No estamos hechos para vivir
solitarios y aislados; somos
imagen y semejanza de Dios, que
es Amor y comunión de Personas
(Padre, Hijo y Espíritu Santo).
Por eso estamos llamados a vivir
como hijos de Dios y hermanos de
los demás, y cuando lo hacemos
así, no hacemos sino responder a
nuestra verdad más profunda.
¿Cuál es su mayor alegría?
Además del Cristo descubierto y
amado a través de la figura de
Francisco de Asís, fiel seguidor
suyo, también constituyen una
gran alegría los hermanos
concretos que el Señor me ha
dado en la familia franciscana
conventual.
¿Qué no ha podido hacer
todavía?
Un biblista que vive en Roma y
ha peregrinado varias veces a
Santiago, contrayendo “el virus
del Camino”, echa en falta el
tercer lugar, las
peregrinaciones cristianas que
forjaron Europa: Jerusalén y
Tierra Santa, la cuna del
cristianismo. Todo llegará a su
debido tiempo.
En el nº 2.716 del semanario
"Vida Nueva". |
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