Por los caminos del mundo

Vida de san Francisco de Asís

   
   

 

Retiro en Las Cárceles

(12 de febrero - 22 de marzo, 1212). Francisco y sus primeros compañeros se retiraron por primera vez en la ermita de Las Cárceles, probablemente, durante la Cuaresma de 1212, cuando todo el grupo aún permanecía en Asís. La sencillez de aquellos primeros hermanos era tal, que Ángel Tancredi no quería dormir solo por la noche, por miedo a los demonios. A Rufino, en cambio, recién entrado en la Orden, algo tímido y quizás tartamudo, le parecía una tontería que Francisco los mandara a cuidar leprosos o a predicar, en vez de dejarlos allí, en la soledad del monte, llorando sus pecados.


¿Acción o contemplación?

(primavera, 1212). De regreso a la Porciúncula, quizás después de haber mandado a fray Rufino a predicar desnudo a Asís, a Francisco le asaltó una angustiosa duda: ¿debían dedicarse principalmente a la vida contemplativa o era mejor ir por el mundo, a anunciar el Evangelio? Después de darle muchas vueltas al asunto, de sopesar los pro y los contra y de exponerlo a sus compañeros, un día decidió recurrir al discernimiento de otros. Llamó a fray Maseo y a fray Ángel y los mandó a consultar a Santa Clara, que vivía en San Damián con sus compañeras desde hacía pocos meses, y a fray Silvestre, el canónigo de San Rufino que acababa de ingresar en la Orden y estaba retirado en Las Cárceles. La respuesta fue la misma: El Señor no los había llamado para sí mismos, sino "para cosechar almas y que muchos se salven por él".


Predicación a los pájaros

(primavera, 1212). Nada más oír la respuesta, Francisco se levantó y se puso inmediatamente en camino, acompañado por Ángel y Maseo. En la cercana Cannara predicó de tal manera, que muchos, incluso casados, querían irse con él, por lo que le vino la idea de fundar una Orden Seglar (la Tercera Orden), para que pudiesen vivir el Evangelio y en penitencia, sin abandonar sus casas ni sus compromisos. Poco más adelante, camino de Bevagna, encontró a una bandada de aves (palomas, grajos y cornejas) y también les predicó, animándolas a alabar y amar al Creador, que tanto cuida de ellas.


La dispersión

(primavera-verano, 1212). A la vuelta, Francisco reunió a sus hermanos (no más de 20 o 25) y luego de someterlos a examen, los envió de dos en dos, por los caminos del mundo. Se abría así una nueva etapa para la Orden, decididamente itinerante y misionera, con todos los riesgos y consecuencias que ello comportaba para el futuro. De otro modo, su movimiento nunca habría tenido la trascendencia que ha tenido y tiene aún hoy, después de casi ocho siglos de historia.


En Siena y Roma. Nueva predicación a los pájaros

<(verano, 1212). Los hermanos se dispersaron por Italia. Bernardo de Quintavalle estuvo en Milán, fray Gil, probablemente, se embarcó este año rumbo a Tierra Santa, mientras Francisco, acompañado por fray Maseo, recorría la provincia de Siena. En Montepulciano le pareció un tesoro poder comer unos mendrugos junto a una fuente, en Siena pacificó los ánimos de algunos contendientes y fue alojado por el obispo... Según las Florecillas, su intención era ir a Francia, pero desistió y se dirigió a Roma, donde, siendo un desconocido, fue mal acogido por la población, como en otras partes. Y se cuenta que, ante la dureza de los romanos, se fue a un estercolero a predicar a unos buitres y a otras aves que revoloteaban alrededor (San Antonio, pocos años después, hará algo parecido en Rímini, con los peces).


fracasado de viajar a Siria


(verano-otoño1212). Desde el principio Francisco deseaba llevar el Evangelio  a los herejes y sarracenos o musulmanes. En aquellos años la Iglesia estaba comprometida en tres cruzadas: la de Tierra Santa se había alejado del ideal primitivo; la de España consiguió derrotar a los moros en las Navas de Tolosa (1212), inclinando la balanza peninsular a favor de los cristianos; y la anti-albigense, en Provenza, combatía con las armas la herejía de los cátaros. Pero no todos estaban a favor de soluciones violentas. Santo Domingo de Guzmán, por estos años,  fundaba en Toulouse sus "predicaciones" para combatir la herejía con el debate, la predicación y el testimonio de una vida pobre y evangélica. De Alemania y  Marsella partieron en 1212 sendas "Cruzadas de los niños", con la ingenua intención de recuperar Jerusalén y los Santos Lugares con la inocencia de los pequeños. En ese ambiente, Francisco, con permiso del papa, se embarcó en Ancona para anunciar el Evangelio, desarmado, a los musulmanes de Siria, pero algunas circunstancias no le permitieron ir más allá de las costas de Dalmacia (Croacia), así que regresó de nuevo a Italia.


EntreUmbría, Marcas y Romaña

(invierno - primavera, 1213). Francisco recorre la Marca de Ancona y los alrededores del Lago Trasimeno, en cuya Isla Mayor permaneció totalmente solo durante toda la cuaresma. En mayo se adentró de nuevo en las Marcas. El 8 de mayo, después de predicar en Montefeltro (San Leo), cerca de San Marino, recibió del conde Orlando de Chiusi el monte de la Verna. En Imola logró ganar la simpatía y la estima del obispo, que le negaba el permiso para predicar.


Camino de Marruecos. Un año por España

(verano, 1213-1214). Tras un año de separación, Francisco debió de reunirse en Asís con sus compañeros entre mayo y junio, antes de salir con Bernardo de Quintavalle camino de Marruecos, en su segundo intento por llevar el Evangelio a los musulmanes. La derrota de las Navas de Tolosa debió de animarlo a ello. Pero una enfermedad y dificultades para embarcarse, así como la muerte inesperada del rey de Marruecos a finales de 1213, le impidieron lograr su objetivo. No obstante, pudo recorrer la mitad norte de España (Navarra, Aragón, Cataluña, Castilla, León, Portugal y Galicia), como lo demuestran algunos testimonios y tradiciones, concordes cronológicamente entre si. También visitó Santiago de Compostela, donde el Señor le anunció la futura expansión de su Orden por todo el mundo. Su entrada fue por Canfranc, Jaca y San Juan de la Peña en agosto de 1213, y la salida, por la Junquera un año después.


Crecimiento de la Orden

(1214-1215). Los 12 frailes de 1209 serán más de 3000 en 1221, lo que supone un crecimiento medio anual del 100 %. A su regreso de España, se unieron a Francisco algunos nobles, letrados y artistas, como fray Pacífico, "rey de los versos", Tomás de Celano, su futuro biógrafo, y Juan Parenti, fray Elías y Alberto de Pisa, futuros sucesores suyos como ministros generales de la Orden. También entró  por aquel entonces fray Esteban de Narni, compañero del Santo entre 1217 y 1219. No teniendo dónde colocarlo, el santo lo dejó, con otro compañero, en un monasterio, al servicio de los monjes. Al principio era así, pues muchos hermanos no servían para ir predicando de un lugar a otro, y los lugares o eremitorios de la Orden, aunque iban en aumento, no eran suficientes. Por eso Francisco, de acuerdo con los abades, los iba colocando en sus monasterios y él mismo los visitaba. Por mediación del cardenal Juan de San Pablo, algunos prelados de la curia romana pidieron tener también en sus casas a algunos religiosos.


El Concilio Ecuménico Lateranense IV

(noviembre 1215). El Concilio IV de Letrán, convocado por Inocencio III el 19 de abril de 1213 y celebrado del 11 al 30 de noviembre de 1215, fue uno de los mayores acontecimientos de la Iglesia medieval. Entre los 2212 representantes de la Iglesia universal: patriarcas, obispos, teólogos, abades y priores, también estaba San Francisco, en calidad de superior general de una Orden reconocida por la Santa Sede. En su discurso de apertura, el Papa invitó a los presentes a ser "los paladines de la Tau", es decir de la cruz, y Francisco debió de tomar buena nota de ello. Entre las decisiones conciliares hay que destacar la convocatoria de la V Cruzada, la promoción del culto eucarístico, la prohibición de nuevas reglas de vida religiosa, que afectó de lleno a las fundaciones de Santa Clara y de Santo Domingo de Guzmán, y la obligación para todas las congregaciones religiosas de celebrar capítulo general de superiores y abades cada tres años, al modo como lo hacían los cistercienses. Para la celebración del primero de los capítulos, los religiosos debían recurrir al consejo y ayuda de los abades del cister.


primer capítulo general oficial de la Orden


(primavera, 1216). Francisco ya solía reunir a sus hermanos cada primavera en la Porciúncula y en su Orden no había más superiores que él; pero se atuvo enseguida a la norma conciliar y convocó a capítulo general a sus primeros 300 frailes, junto al monasterio benedictino de San Verecundo, cerca de Gubbio. De este capítulo decía el obispo de Acre, Jaime de Vitry, en una carta suya de ese mismo año, que "los hombres de esa religión, una vez al año y, por cierto, para gran provecho suyo, se reúnen en un lugar determinado para alegrarse en el Señor y comer juntos; y con el consejo de hombres santos redactan y promulgan algunas santas constituciones que son confirmadas por el Señor papa. Después, durante el año, se dispersan por Lombardía, Toscana, Puglia y Sicilia". A diferencia de los cistercienses, que se reunían el 14 de septiembre, Francisco empezó a convocar a todos sus hermanos por Pentecostés, no cada tres años, sino anualmente, como ya hacía antes. Durante el capítulo, como decía el obispo de San Juan de Acre, promulgaron nuevos estatutos, que sometían a la aprobación papal y añadían al texto primitivo de la Regla, aprobada provisionalmente por Inocencio III. Así cada año, hasta llegar al texto de 1221, conocido como Regla no bulada o Primera Regla, demasiado amplio y engorroso, debido a su redacción prolongada durante años.


La Indulgencia de la Porciúncula


(verano, 1216).  En junio-julio de 1216  Inocencio III estaba en Perusa. Santa Clara, obligada a profesar la Regla Benedictina, que permitía la posesión de bienes y rentas, aprovechó la circunstancia para pedir al papa un "privilegio de pobreza", por el cual nadie pudiera obligar a las hermanas damianitas a tener propiedades. El papa murió en Perusa el 16 de julio, asistido personalmente por San Francisco. Su sucesor, Honorio III, le concedió, pocos días después, una indulgencia plenaria para  la iglesia de Santa María de la Porciúncula, en el aniversario de su consagración al culto, que tuvo lugar el 2 de agosto del año anterior. Dicha iglesia la había recibido de los benedictinos 6 años antes. Después de su restauración, los hermanos Menores repararon también  el ábside y presbiterio de la iglesia asisana de Santa María la Mayor o del Obispado. (Fratefrancesco.org - Fr. Tomás Gálvez).

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