Fray Juan de la Puebla y la custodia de Los Ángeles
Los eremitorios de Brogliano, las Cárceles de Asís,
Greccio, La Foresta, etc.) se convirtieron en el siglo
XIV, por obra de los frailes espirituales, en el máximo ideal de
vida franciscana para los espíritus más inquietos e
inconformistas de la Orden de los Hermanos Menores. De
ahí nació en el seno de la orden la Observancia regular,
por obra del hermano fray Paolo Trinci (1378). Su
denominador común era la observancia de la Regla "sine glossa", como dice San Francisco en su Testamento,
literalmente, y sin interpretaciones ni mitigaciones por
parte de nadie, ni siquiera de los Papas. Dicha
tendencia al rigorismo eremítico no fue exclusiva de los
franciscanos, sino algo común que se fue imponiendo en
todas las
órdenes religiosas y en la Iglesia en general, a lo
largo del siglo y medio que precedió a la reforma de Lutero.
Aquella pretensión utópica encontró en el ambiente
socio-político de la España de los siglos XV-XVI su
mejor caldo de cultivo, sobre todo en las
Provincias de Castilla y Santiago, y más concretamente
en la región de Extremadura. Fue aquí donde el deseo de
vivir en la más estrecha observancia de la Regla,
y en el mayor rigorismo ascético, dio lugar a la reforma
de los frailes Descalzos o del Capucho, puesta en marcha
por fray Juan de Guadalupe, y llevada a su máximo apogeo
con San Pedro de Alcántara.
Todo empezó con Juan Gutiérrez de Sotomayor, fray
Juan de la Puebla
(1453-1495), un monje de la Orden de los Jerónimos,
fundada en España en 1373, cuya principal característica
era la austeridad de vida y el espíritu de penitencia.
Pero Juan no se conformaba con poco, de modo que decidió
hacerse franciscano, profesando la regla en Roma, en
manos del Papa, que lo envió al eremitorio de las
Cárceles de Asís, uno de los más emblemáticos de la
Observancia. Tras una permanencia de siete años
en Italia, regresó a España y, con ayuda de parientes
poderosos y de tres frailes de Úmbria: Andrés de Perusia,
Hilario de Todi y Francisco de Bastía, fundó
el convento de Nuestra Señora de los Ángeles en Sierra Morena, según el modelo de
los italianos. Pero en la regular observancia tampoco
se sintió cómodo, porque quiso unirse a los Recoletos y
tuvo que sufrir por ello la oposición de observantes y
conventuales. Hasta que, en 1487, presentó sus
credenciales al capítulo observante de Aquitania y fue
aceptado, a condición de obedecer a los vicarios. El 25
de marzo de ese mismo, el papa Inocencio VIII le
concedía el breve Sacrae
Religionis, del 25 de marzo de 1487, autorizándole
a fundar en Extremadura la nueva
custodia de Nuestra Señora de los Ángeles, y le
facultaba para recibir candidatos a la Orden. El
capítulo observante de 1490 le donó dos conventos
fundados por Martín Alfonso de Villaseca, que unidos a
los ya existentes, sirvieron para poder crear la Custodia de los Ángeles,
cuyos estatutos propios fueron aprobados por el
general conventual Francisco Sansón de Brecia el 22 de
diciembre de 1491. Se
repetía, pues, el mismo fenómeno que en ocasiones
anteriores: un grupo de eremitorios que se agrupa y se
afianza a base de privilegios pontificios, y que termina por formar una rama autónoma dentro de la Orden.
Fray Juan de Guadalupe y las custodias de
San Gabriel y La Piedad
Después que el capítulo general observante de Tolosa
incorporara seis casas de Coletanos a la nueva custodia
de Los Ángeles, el emprendedor fray Juan de Guadalupe
(+1506), discípulo y sucesor de fray Juan de la Puebla,
deseando ir más lejos aún en lo de la estrechísima observancia, logró que el Capítulo
general de la Observancia Ultramontana celebrado en
Francia en 1495 aprobara por mayoría su proyecto de
reforma para la Custodia de los Ángeles. Un año después
viajó a Roma, para poner su reforma bajo la autoridad
directa del Ministro general Conventual, fray Francisco
Sansón de Brescia. El 25 de septiembre de 1496 Alejandro
VI aprobó el traspaso, lo desligó de la Observancia y le
permitió retirarse con algunos
compañeros en tierras de Granada, para vivir el
evangelio y al regla en toda su pureza, vistiendo el
mismo hábito de San Francisco. La
concesión supuso un salto cualitativo dentro de la
Orden, no sólo por la mayor austeridad, sino también por
la manera de vestir: hábito y manto más cortos, con
remiendos de varios colores, de acuerdo con lo previsto
en la Regla, pies descalzos, sin sandalias, y capucho
alargado y puntiagudo, al estilo del que usaba San
Francisco y los primeros hermanos menores. Es por eso
que los frailes de la nueva reforma empezaron enseguida
a ser conocidos como Descalzos (en España) o
del Capucho (sobre todo en Portugal).
No fue fácil la andadura de la custodia de fray Juan
de Guadalupe, denominada ahora del Santo
Evangelio. En 1499 obtuvo la confirmación pontificia
de sus privilegios y la facultad de admitir
conventuales; mas, por otro breve de 1502, concedido por
la Santa Sede a instancias de los Reyes Católicos, por
petición del vicario observante, se le retiró el indulto
de poder recibir hermanos y se le ordenó que restituyera
algunos conventos, provocando discordia con el discípulo
Juan de Figueroa. El regreso de la custodia de los
Ángeles a la Custodia provincial observante de Santiago,
así como la fuerte oposición de la custodia observante
de Andalucía, creada en el año 1500, le obligaron a
refugiarse en Portugal con fray Juan Pascual y fray
Pedro de Melgar. Pero fray Juan recurrió a Roma
y consiguió que Julio II, el mismo día de su coronación,
le concediera el indulto de estar "bajo el ministro
general, y de no estar sujetos a otros".
Tras el fracasado Capítulo generalísimo de 1506,
que pretendía la reunificación de toda la Orden bajo un
solo ministro general reformado, y ante la disyuntiva planteada por
Roma de unirse a una de las dos grandes facciones de la
Orden, los Descalzos optaron por someterse a la obediencia conventual,
como custodia independiente. Los forcejeos continuaron,
con una intervención pontificia en 1508 favorable a los
Observantes, por la que se obligaba a los Descalzos a
regresar a ellos o a salir de la Península. Pero fray
Juan de Guadalupe consiguió una vez más sacar adelante
su proyecto de reforma, con el Breve Sanctae Mutantis Ecclesiae
de Alejandro VI, y lo ensaya en la Custodia de
Extremadura (1514).
La mal
llamada bula de unión "Ite vos", de
1517, que dividió definitivamente la Orden franciscana
en dos: Observantes y Conventuales, incorporó otra vez a la Observancia las dos
custodias de los Descalzos, transformadas enseguida en
las provincias observantes de San Gabriel
(Extremadura) y de la Piedad (Portugal). Los Descalzos,
sin embargo, seguirán luchando por su autonomía, bajo la
guía de dos nuevos reformadores:
fray Juan Pascual y San Pedro de
Alcántara.
Fr. Tomás Gálvez -
Fratefrancesco.org
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