Fiesta: 11 de diciembre.
Reconocimiento
del culto litúrgico: Pío IX, el 4 de octubre de 1856
Nacimiento:
Fiegni (Macerata, Italia), hacia 1320
Muerte: Fiegni (Macerata, Italia),
11 de diciembre de 1373
Orden:
De la Penitencia - Orden Franciscana Seglar
BEATO HUGOLINO MAGALOTTI
Este anacoreta de los montes Sibilinos, nació en
Fiegni, cerca de Fiastra, en la provincia italiana de
Macerata, hacia el año 1320. Su padre, Magalotto III,
descendía de la noble familia de los Magalotti, que
fueron señores de cuatro feudos pasados al municipio de
Camerino: Appennino, Poggio, Cerreto y Fiastra. A la
familia les quedaba como residencia el castillo de
Fiegni, que fue donde creció y se educó el beato
Hugolino, que había quedado huérfano de madre desde el
momento del parto. Gracias a su sólida formación
espiritual pudo superar otra dura prueba: la muerte de
su padre cuando tenía apenas 13 años. A partir de
entonces se dedicó al estudio y meditación de las
Escrituras, y fue madurando en él la idea de seguir el
consejo evangélico: "Ve, vende lo que tienes, dalo a los
pobres y sígueme". Cumplidos los 20 años, vendió todas
las propiedades heredadas de sus padres, y se retiró a
hacer vida de ermitaño.
La primera ermita del beato Hugolino fue la de san
Liberado, fundada, según la tradición, por san Francisco
de Asís en la ladera del monte Ragnolo, no lejos de las
fuentes del río Tenna. Algunos creen había profesado la
regla de los frailes menores, pero lo más probable es
que se consagrara como penitente de la orden franciscana
seglar. De vez en cuando se acercaba al monasterio
benedictino de Ríosacro, a recibir los sacramentos. Pero
tuvo que abandonar el lugar, ya que acudía a él mucha
gente de toda condición, en busca de ayuda y consuelo
material y espiritual. Con su oración curó a un cierto
Pedro de Brunfort, tullido de nacimiento e incapacitado
para andar; devolvió la vista a un tal Antonio, que
había pedido un ojo cortando leña; liberó a una pobre
mujer asaltada por dolores agudos y por convulsiones;
curó a algunos endemoniados.
Para evitar nuevas peregrinaciones de devotos se
mudó al otro lado del monte Ragnolo, a un lugar rodeado
de rocas y hayas, cerca de Fiegni. Aquí permanecerá
Hugolino hasta el final de sus días, dedicado a la
oración y la meditación en íntima unión con Dios,
domando los instintos de su cuerpo con ayunos y
abstinencias. Se alimentaba con el poco pan que recibía
de limosna, con hierbas y raíces, y bebía de una fuente
que, según la tradición, hizo brotar él mismo. Su lecho
era una tabla desnuda. En la soledad de la cueva sufrió
tentaciones y tuvo visiones alucinantes, apariciones
diabólicas que le impedían el sueño y le quitaban el
apetito, pero siempre salió vencedor en las pruebas.
Nuevas peregrinaciones de devotos empezaron a acudir en
su busca, y se cuentan nuevos prodigios obrados por su
intercesión.
El beato Ugolino Malagotti vivió como ermitaño unos 30 años,
hasta que, cargado de años y consumido por los ayunos y
las mortificaciones, murió en su cueva el 11 de
diciembre de 1373, asistido por algunos de sus devotos y
por un monje sacerdote de Ríosacro. Su cuerpo fue
llevado al castillo de Fiegni, donde había nacido, y lo
sepultaron en la antigua iglesia abandona de San Juan
Bautista, que pasó a denominarse de los Santos Juan y
Hugolino. Hoy es conocida como Santuario del Beato
Hugolino. Cerca de la fuente donde el beato se retiraba
a orar edificaron recientemente una capillita dedicada a
él. El papa Pío IX aprobó el culto litúrgico el 4 de
octubre de 1856.
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