Fiesta: 31 de enero.
Reconocimiento
del culto litúrgico: Clemente X, el 28 de enero de 1671
Nacimiento:
Roma, 1474
Muerte: Roma, 31 de enero de 1533
Orden:
Orden Franciscana Seglar
Co-patrona de Roma y de los
Terciarios franciscanos del Lacio
Beata Ludovica Albertoni
Ludovica (Luisa) Albertoni nació en 1474 en Roma, en
el seno de una noble familia. Era muy pequeña cuando
murió su padre y cuando su madre contrajo segundas
nupcias, por lo que fue criada por la abuela materna y
algunas de sus tías. A los veinte años, en contra de su
voluntad, fue dada en matrimonio al noble Giacomo della
Cetera, a quien amó y respetó, y del que tuvo tres
hijas.
En 1506, con 32 años, murió su esposo y tuvo
problemas de herencia con la familia. Poco después profesó la
regla y vistió el hábito de la Orden Franciscana Seglar.
Sin descuidar la educación de sus hijas, a quienes decía
a menudo que prefería verlas muertas antes que en
pecado. Desde
entonces llevó una vida dedicada a la oración, la meditación.
Parte de la noche la dedicaba al descanso, y parte a la
penitencia. Por la mañana participaba en la Eucaristía y
recibía la comunión. El resto del día lo dedicaba a
practicar la misericordia. Le tocó vivir el drama del
saqueo de Roma por parte de las tropas españolas, y se
prodigó en favor de los necesitados. Visitaba a los enfermos pobres en sus
miserables casas, y dotaba para el matrimonio a jóvenes
desprotegidas y sin recursos. Sus lugares preferidos eran los
hospitales, donde curaba las llagas del cuerpo, y
también las del alma. Solía decir: "¿Cómo es posible
vivir sin sufrir, cuando se contempla a nuestro Dios
colgado en una Cruz?".
Sus familiares le reprochaban que derrochase toda su
fortuna hasta caer en la más grande pobreza, pero ella
solía decir: "Dios nos dio los bienes de la tierra para
compartirlos con los que los necesitan".
El Señor le concedió a Ludovica el don del éxtasis,
que la hizo célebre en Roma, de modo que, tras su
muerte, ocurrida el 31 de enero de 1533, a los 60 años
de edad, su sepultura en
capilla Altieri de la iglesia franciscana de San
Francisco a Ripa, barrio de Trastévere, se transformó
enseguida en lugar de devoción para muchos romanos, que
la lloraron como se llora la pérdida de una madre. El
papa Clemente X reconoció el culto litúrgico el 28 de
enero de 1671. Tres años después, el 17 de enero de
1674, se hizo un reconocimiento de sus restos, antes de
ser colocados en su nuevo y monumental sepulcro de
mármol, que el cardenal Paluzzo Albertoni Altieri encargó
al genial escultor Gian Lorenzo Bernini (1589-1680).
Éste, tras el éxito de su "Éxtasis de Santa Teresa", y
en plena madurez artística, representó a la beata
Ludovica Albertoni moribunda, recostada y en éxtasis,
expresando al mismo tiempo en su rostro el sufrimiento
humano y el gozo espiritual. El mismo Bernini dispuso la
capilla de manera que un chorro e luz cayera desde una
claraboya invisible sobre el rostro de la beata.
Regresar
|