Fiesta: 1 de diciembre
Aprobación del culto:
León XIII, el 13 de mayo de 1901
Nacimiento: Ferrara
(Italia), 1400
Muerte: Cotignola (Rávena,
Italia), el 1 de diciembre de 1482
Orden: Franciscanos
Menores de la Observancia
Vida del Beato Antonio Bonfadini
Antonio Bonfaddini pasó los últimos días de su vida
en Cotignola, donde murió y quedó su cuerpo incorrupto.
Nació en Ferrara el año 1400. Se doctoró en su ciudad
natal en 1439. A los 37 años entró entre los Hermanos
Menores en el convento observante del Espíritu Santo, en
Ferrara y destacó por la fidelidad a la regla
franciscana, por su espíritu de oración y su provechosa
predicación. Ordenado sacerdote, se sintió atraído por
la predicación de San Bernardino de Siena, que produjo
un despertar maravilloso de virtudes también entre sus
hermanos. Así que se puso enseguida a recorrer los
caminos de Italia como predicador de la palabra de Dios.
Es el siglo XV, el siglo de oro de la predicación y de
la santidad de la observancia franciscana. Baste
recordar sus cuatro espléndidas columnas: San Jaime de
la Marca, San Juan de Capistrano, San Bernardino de
Siena y Alberto de Sarteano. En semejante clima no es de
admirar que Antonio se sintiese atraído por ellos. Su
intenso y fructuoso apostolado desempeñado en Italia
duró algunos decenios, y llevó muchísimas almas a una
renovación de la vida cristiana.
Antonio quiso también extender su apostolado a los
pueblos a los que aún no había llegado la luz del
Evangelio. Inspirado por Dios pensó en la misión de
Tierra Santa, que fue recorrida por el mismo Hijo de
Dios hecho hombre y guarda los más grandes recuerdos de
nuestra redención. Dicha misión había sido fundada por
el mismo San Francisco en 1217, con su compañero fray
Elías como primer ministro de la provincia de Oriente o
de Ultramar. Más adelante la orden franciscana se haría
cargo de algunos santos lugares, en nombre de la
Iglesia.
No sabemos de cierto el tiempo que permaneció el
beato Antonio Bonfadini en Palestina, ni las actividades
que desempeñó. Pero su avanzada edad no le permitía
desarrollar una actividad apostólica normal, y tal vez
por eso decidió regresar a Italia.
Lleno de méritos y de años con profundo pesar,
emprendió el viaje de regreso, que fue más pesado que el
de ida. Su meta debía ser el convento de Ferrara, donde
deseaba terminar sus días. Sin embargo, al llegar a
Italia se olvidó del cansancio, de las enfermedades y de
los años, y reemprendió con renovado ardor su apostolado
de predicación por ciudades y campos. Fue inmenso el
bien realizado en este final de su vida.
Agotadas sus fuerzas, entregó su alma a Dios en
Cotignola, en el Hospital de los Peregrinos el 1 de
diciembre de 1482. Tenía 82 años de edad. En dicha
ciudad gozó siempre de una gran veneración, y lo llaman
"el Santo de Cotignola". Allí lo celebran el lunes de
Pascua, día en que su cuerpo es expuesto y venerado por
multitud de fieles de toda la región. El papa León XIII
aprobó su culto el 13 de mayo de 1901, y su fiesta se
celebra el 1 de diciembre.
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