Fiesta: 18 de julio.
Aprobación del culto:
Inocencio XI,
el 24 de febrero de 1685
Canonización: Benedicto
XVI, el 3 de junio de 2007
Nacimiento: Lipnica
Murowana
(Polonia) hacie el 1435-1440
Muerte: Cracovia
(Polonia) el 18 de julio de 1482
Orden: Franciscanos
Menores de la Observancia
Vida de San Simón de Lipnica
Fuente: ofm.org
El Beato Simón nace en Lipnica Murowana, en la
Polonia meridional, entre los años 1435-1440. Sus
padres, Gregorio y Ana, supieron darle una sana
educación, inspirada en los valores de la fe cristiana
y, a pesar de su modesta condición, se preocuparon de
asegurarle una adecuada formación cultural. Simón crece
con un carácter piadoso y responsable, una natural
predisposición a la oración y un tierno amor a la Madre
de Dios.
En 1454, se trasladó a Cracovia para asistir a la
famosa Academia Jagellonica. En ese tiempo san Juan de
Capistrano entusiasmaba a la ciudad con la santidad de
su vida y el fervor de su predicación, atrayendo a la
vocación franciscana un denso grupo de jóvenes generosos
. El 8 de septiembre de 1453 el santo italiano había
fundado también, en Cracovia, el primer convento de la
Observancia, con el nombre de ‘San Bernardino de Siena’,
recientemente canonizado. Por tal motivo los frailes
menores de aquel convento fueron llamados por el pueblo
‘bernardinos’.
En 1457, el joven Simón, fascinado también por el
ideal franciscano, prefirió adquirir la perla preciosa
del Evangelio, interrumpiendo una rica sucesión de
acontecimientos. Pide, pues, ser recibido, con otros
diez compañeros de estudios, en el convento de Stradom.
Bajo la sabia guía del maestro de novicios, P.
Cristóforo de Varese, religioso eminente por su doctrina
y santidad de vida, Simón recorre con generosidad la
vida humilde y pobre de los frailes menores, alcanzando
el sacerdocio hacia el 1460. Ejerció su primer
ministerio en el convento de Tarnów, donde fue Guardián
de la fraternidad. En seguida, se estableció en Stradom
(Cracovia), dedicándose incansablemente a la predicación
evangélica, con palabra limpia, llena de ardor, de fe y
de sabiduría, que dejaba entrever su profunda unión con
Dios y el prolongado estudio de la Sagrada Escritura.
Como san Bernardino de Siena y san Juan de
Capistrano, Fr. Simón difunde la devoción al Nombre de
Jesús, obteniendo la conversión de innumerables
pecadores. En 1463, primero entre los Frailes Menores,
ocupó el oficio de predicador en la catedral de Wawel.
Por su entrega a la predicación evangélica las fuentes
antiguas le dieron el título de ‘Predicador
ferventísimo’.
Deseoso de rendir homenaje a san Bernardino de
Siena, inspirador de su predicación, el 17 de mayo de
1472, junto a los otros frailes polacos, llega a
Aquitania para participar en la solemne traslación del
santo al nuevo templo erigido en su honor. Fue de nuevo
a Italia en 1478, con motivo del Capítulo general en
Pavía. En esa ocasión pudo satisfacer un deseo profundo
de visitar las tumbas de los Apóstoles, en Roma, y
proseguir después su peregrinación a Tierra Santa. Vivió
dicha experiencia en espíritu de penitencia, de
verdadero amante de la Pasión de Cristo, con la oculta
aspiración de derramar su sangre por la salvación de las
almas, si así agradaba a Dios. Imitador de San Francisco
en su amor por los Santos Lugares , ante la posibilidad
de ser capturado por los infieles, antes de reemprender
el viaje quiso aprender de memoria la Regla de la Orden
‘para tenerla siempre delante de los ojos de la mente’.
El amor de Simón por los hermanos se manifestó de
manera extraordinaria en el último año de su vida,
cuando una epidemia de peste devastó Cracovia. De julio
de 1482 al 6 de junio de 1483 la ciudad estuvo bajo el
azote de la enfermedad. En la desolación general, los
franciscanos del convento de San Bernardino, se
prodigaron incansablemente en el cuidado de los
enfermos, cual verdaderos ángeles consoladores.
Fr. Simón tomó aquello como un ‘tiempo propicio’
para ejercer la caridad y para llevar a cabo la entrega
de la propia vida. Por todas partes pasó confortando,
prestando ayuda, administrando los sacramentos y
anunciando la consoladora Palabra de Dios a los
moribundos. Pronto se contagió. Soportó con
extraordinaria paciencia los sufrimientos de la
enfermedad y, próximo a la muerte, expresó el deseo de
ser sepultado al umbral de la iglesia, para que todos
pudieran pisarlo. El sexto día de enfermedad, el 18 de
julio de 1482, sin temor a la muerte y con los ojos
fijos en la Cruz, entrega su alma a Dios.
El culto ‘inmemorial’ dado al Beato Simón ha pasado
a la historia de la santidad seráfica con el título de
‘Salutis omnium sitibundus’.
La causa de su canonización, reemprendida por el
Santo Padre Pío XII, el 25 de junio de 1948, llega hoy a
feliz término, después del reconocimiento de la curación
prodigiosa ocurrida en Cracovia en 1943 y atribuida a la
intercesión del Beato Simón, con el Decreto del Santo
Padre Benedicto XVI del 16 de diciembre de 2006.
San Simón de Lipnica supo combinar admirablemente el
compromiso de la evangelización y el testimonio de la
caridad, que brota de su gran amor a la Palabra de Dios
y a los hermanos más pobres y que más sufren. La Orden
de Frailes Menores, en vísperas de celebrar el VIII
Centenario de la aprobación de la Regla (1209-2009), ve
en él un auténtico testimonio de la pobreza, de la
minoridad y de la simplicidad, además del gozo de
pertenecer totalmente al Señor y de ser, al mimo tiempo,
un don para la vida de los hermanos.
Rev. Fr. Luca M. De Rosa, OFM, Postulador General
Curia General OFM.
Regresar
|