Fiesta: 29 de diciembre.
Reconocimiento del culto:
San Pío X, el 13 de mayo de 1908
Nacimiento: hacia el
1267, en Valenza Po (Piamonte, Italia)
Muerte: Palermo (Sicilia,
Italia), el 29 de diciembre de 1345
Orden: Hermanos
Menores (Minoritas).
Beato Gerardo Cagnoli de Valenza (h, 1270-1345)
Gerardo Cagnoli nació en Valenza Po, Piamonte, hacia
1270. Después de la muerte de su madre, acaecida en 1290
(su padre ya había muerto), abandonó el mundo y vivió
como peregrino, mendigando el pan y visitando los
santuarios. Estuvo en Roma, Nápoles, Catania y quizás en
Erice (Trapani). En 1307, impresionado por la fama de
santidad del franciscano San Luis de Anjou, obispo de
Tolosa, ingresó en la Orden de los Hermanos Menores en
Randazzo, Sicilia, donde hizo el noviciado y vivió algún
tiempo.
Del convento de Randazzo pasó a Palermo en calidad
de portero y allí permaneció hasta su muerte siendo la
admiración de sus hermanos y de los fieles por sus
sencillez y sus virtudes. Cerca de la puerta del
convento plantó un ciprés y arregló un pequeño altar en
honor de la Virgen y de San Luis de Anjou, de quien era
devotísimo. Allí ardía continuamente una lámpara de
aceite. Con un ramito de ciprés bañado en aceite de la
lámpara bendecía a los enfermos que se acercaban a él en
busca de consuelo. Muchos se iban perfectamente curados,
otros experimentaban mejoría, o se sentían consolados
con su palabra. La fórmula que él empleaba para bendecir
era esta: “En el nombre del Padre, y del Hijo y del
Espíritu Santo, por la intercesión de la Virgen María,
de San Francisco y de San Luis sé liberado de esta
enfermedad”.
Los milagros se sucedían. Enrique d’Abbati, justicia
del rey, estaba gravemente enfermo, y se había perdido
toda esperanza. Fue llamado Fray Gerardo, que consoló
con palabras fraternales al enfermo. Luego se postró en
profunda oración. Poco después el enfermo se levantó
perfectamente curado. Dormía pocas horas sobre una
desnuda tabla; con instrumentos de penitencia maltrataba
su cuerpo; continua oración, íntima unión con Dios, he
ahí el programa de su larga vida. No es extraño que
muchos lo aclamaran como santo, ya en vida.
Había transcurrido más de 30 años en la Orden
Franciscana, cuando en la fiesta de San Juan Evangelista
de 1345 se le apareció la Santísima. Virgen y le aseguró
que dentro de dos días volaría al cielo. Ante este
anuncio Gerardo se alegró muchísimo y se preparó para
las bodas eternas con gran fervor. El 29 de diciembre
recibió con profunda devoción los últimos sacramentos de
la fe y se durmió serenamente en el sueño de los justos.
Tenía 75 años. Su sepulcro, en la iglesia de San
Francisco de Palermo, fue meta peregrinación de muchos
devotos que recurrían a él desde Sicilia, Toscana,
Marcas, Liguria, Córcega, Mallorca... Su culto continuó
sin interrupción. Los restos mortales del Beato Gerardo
Cágnoli reposan en el templo de San Francisco en
Palermo, a pocos pasos de la puerta del convento que por
largos años fue testigo de su santidad. San Pío X aprobó
el culto el 13 de mayo de 1908.
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