"Al final de su vida,
acercándose la hora de la muerte, (Jesús) no quería dejarnos, y
encontró un invento amoroso para poder quedarse siempre con
nosotros, dejándonos a sí mismo como alimento de nuestras almas".
"Verdadera medicina para nuestras almas (la
Eucaristía): si estamos débiles, nos fortalece, si estamos
fríos, nos caliente, si estamos afligidos, nos consuela"
"La criatura, en un santiamén, debería empezar a vivir en Dios y
para Dios, porque no hemos sido creados para nosotros mismos, sino
para Dios"
"Todo el bien que hemos hecho no es nuestro; Lo tenemos por los
méritos de Jesús. Él nos ha conseguido este don en el reino
celestial del santo Paraíso".
"Su amor por nosotros es tan grande, que no le basta haber hecho
tanto, y querría que cada alma participara en sus penas, sus
tormentos, su cruz, sus azotes; no por nada, sino para que sea una
misma cosa con Él".
"¡Al acercarnos a la fuente o, mejor dicho, al mar immenso del
Sacramento divino, cada vez que lo hacemos con fe, amor y pureza,
nuestra alma se familiariza con Dios y hace como, por ejemplo, el
pez en medio del mar, oh Dios!".
"Entre cruces, tormentos, penas y muerte, la humanidad Santísima
(de Cristo) no pensaba en otra cosa que en la salvación de las
almas, y que se cumpliese la voluntad de su eterno Padre, para
llegar a realizar la redención, terminando su vida en la cruz,
para darnos vida a nosotros".
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