De la "Leyenda mayor"
"El siervo del Rey Altísimo (Francisco)
quedó desnudo, para poder seguir al Señor desnudo en la
cruz, a quien tanto amaba. Del mismo modo, se armó con
la cruz, para confiar su alma al leño de la salvación y
lograr salvarse del naufragio de este mundo" (2,4).
De sus Sermones
"La senda que conduce a la vida perenne
no es sino la que atraviesa el puente levantado por
Cristo, que es la cruz, y que consiste en la lucha y en
la victoria contra las perversas inclinaciones".
Del "Itinerario de la mente a Dios"
No se puede entrar en la contemplación
de la Jerusalén del cielo, si no es entrando por la
sangre del Cordero como por una puerta.
Dichoso el hombre que tiene en ti su
refugio, y preparó en su corazón, en este valle de
lágrimas, los peldaños para subir hasta el lugar
preparado por el Señor.
La ayuda divina acompaña a quienes la
piden de corazón, humilde y devotamente.
Así como nadie llega a la sabiduría sino
por la gracia, la justicia y el conocimiento, así
tampoco se llega a la contemplación sino por medio de
una meditación profunda, una vida santa y la oración
devota.
El origen de las cosas... proclama el
divino poder que las sacó de la nada, la divina
sabiduría que las hizo claramente diferentes, y la
divina bondad que las adornó largamente.
El que con tantos esplendores de las
cosas creadas no se ilustra, está ciego: el que con
tantos clamores no se despierta, está sordo; el que por
todos estos efectos no alaba a Dios, está mudo; el que
con tantos indicios no advierte al primer Principio, es
necio.
Desde la creación del mundo, las
perfecciones invisibles de Dios se han hecho
intelectualmente visibles por las creaturas de este
mundo; tanto, que no tienen excusa los que no quieren
considerarlas, ni conocer, ni bendecir, ni amar a Dios
en todas ellas.
Por muy iluminado que uno esté por la
luz de la razón natural y de la ciencia adquirida, no
puede entrar en sí para gozarse en el Señor si no es por
medio de Cristo, quien dice: Yo soy la puerta.
Si queremos entrar de nuevo en la
fruición de la Verdad, como en otro paraíso, es
necesario ingresar por la fe, esperanza y caridad del
mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, que
viene a ser el árbol de la vida plantado en medio del
paraíso.
Cristo es el camino y la puerta, la
escalera y el vehículo, propiciatorio colocado sobre el
arca y sacramento escondido en Dios desde tantos siglos.
Quien a este propiciatorio mira (a
Cristo), volviendo a él por entero su rostro, y lo mira
colgado en la cruz con sentimientos de fe, esperanza,
caridad, devoción, admiración alegría, honra, alabanza y
júbilo, ése celebra con Él la pascua.
Pasemos con Cristo crucificado de este
mundo al Padre, a fin de que, manifestándose el Padre en
nosotros, digamos con Felipe: Esto nos basta.
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