P. Rainiero Cantalamessa, sacerdote
franciscano capuchino
"Ningún artista, pienso, se consideraría
ofendido al ver a sus discípulos aglomerarse en torno a
su obra maestra y quedar encantados contemplándola
largamente tratando de imitarla, en lugar de limitarse a
leer sus escritos sobre el arte. ¿Por qué, entonces
habría que pensar que la contemplación de María le quita
algo a Cristo o al Espíritu Santo?" (María, Espejo de la
Iglesia, Edicep, Valencia 1991, 253-4).
Beato Gil de Asís, lego compañero de San
Francisco
Cuando el hombre ha acercado la boca al
agua viva, que es la palabra del Altísimo, donde el alma
calma su sed, ¿qué podrá separarlo de la oración, que lo
eleva a tanta altura de contemplación? Dice, en efecto,
San Gregorio: "Saboreada la dulzura del cielo, todas las
cosas de este mundo se vuelven despreciables (Los Dichos
del B. Gil)
Santa Clara de Asís, virgen, fundadora
de las Clarisas
Si sufres con Cristo, reinarás con él;
si con él lloras, con él gozarás; si mueres con él en la
cruz de la tribulación, poseerás las moradas eternas en
el esplendor de los santos y tu nombre, inscrito en el
libro de la vida, será glorioso entre los hombres (Carta
II a Santa Inés de Praga).
San José de Copertino, sacerdote
franciscano conventual
Con los trapos se hace el papel donde se
escriben las palabras santas. Así hace el Señor. Cuando
pilla a un hombre pobre y atribulado, a fuerza de golpes
y persecuciones lo vuelve blanco de conciencia, tanto
que vienen los grandes a encomendarse a él (Refiriéndose
a sí mismo).
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