Maria, Madre de nuestro hermano y Señor
Jesucristo, pobre y crucificado,
Madre de nuestra Familia, Madre de los
pobres,
escucha la súplica confiada que hoy te
dirigimos.
Falta el pan material y el pan espiritual
a muchos pueblos de nuestro tiempo;
falta el pan de la verdad y del amor
en tantas mentes y en tantos corazones:
falta el pan de la palabra y el pan del
Señor
a mucha gente.
El egoísmo que empobrece
envuelve el corazón de muchos hombres y
mujeres.
Que los pueblos de todo el mundo
sepan acoger la Luz verdadera,
avanzando por los senderos de la Paz y la
Justicia,
en el respeto mutuo y en la solidaridad
enraizada en la humanidad de nuestro Dios.
Señora Nuestra de la Porciúncula,
ilumina nuestra esperanza, purifica nuestros
corazones,
ven con nosotros por los caminos de la nueva
evangelización,
hacia un mundo cada vez más justo y libre
para todos.
Amén. |
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