Tú, que acercaste tanto a Cristo a tu época,
ayúdanos a acercar a Cristo a la nuestra,
a nuestros tiempos difíciles y críticos.
¡Ayúdanos!
Estos tiempos esperan a Cristo con gran
ansia,
por más que muchos hombres de nuestra época
no se den cuenta.
Nos acercamos al año 2.000 después de
Cristo.
¿No serán tiempos que nos preparen a un
renacimiento de Cristo,
a un nuevo Adviento?
Nosotros manifestamos cada día en la
plegaria eucarística
nuestra esperanza, dirigida a Él solo,
Redentor y Salvador nuestro,
a Él que es cumplimiento de la historia del
hombre y del mundo.
Ayúdanos, San Francisco de Asís,
a acercar a Cristo a la Iglesia y al mundo
de hoy.
Tu, que has llevado en tu corazón
las vicisitudes de tus contemporáneos,
ayúdanos, con el corazón cercano al corazón
del Redentor,
a abrazar las vicisitudes de los hombres de
nuestra época:
los difíciles problemas sociales,
económicos, políticos,
los problemas de la cultura y de la
civilización contemporánea,
todos los sufrimientos del hombre de hoy,
sus dudas, sus negaciones, sus desbandadas,
sus tensiones, sus complejos, sus
inquietudes...
Ayúdanos a traducir todo esto a un lenguaje
evangélico
sencillo y provechoso.
Ayúdanos a resolver todo en clave
evangélica,
para que Cristo mismo pueda ser
«Camino-Verdad-Vida»
para el hombre de nuestro tiempo.
Así te lo pide a Ti, hijo santo de la
Iglesia, hijo de la tierra italiana,
el Papa Juan Pablo II, hijo de la tierra
polaca.
Y espera que no se lo niegues, que le
ayudaras.
Has sido siempre bueno y te has apresurado
siempre
a ayudar a cuantos a Ti se han dirigido.
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