Santa Virgen María, Toda Tú Santa, Madre de
Dios y dulce Madre nuestra, Reina de la
Orden de los Menores, en este día solemne
dedicado al privilegio de tu Inmaculada
Concepción, todos nosotros, hermanos
menores, renovamos nuestra consagración a
ti, para que dispongas de nosotros y de toda
la Orden como mejor te plazca, para gloria
de Dios y para que venga su Reino a la
tierra.
Te confiamos nuestras comunidades, las
Provincias, los lugares de misión. Haz que,
fieles a nuestra vocación franciscana,
vivamos en fraternidad y pobreza, anunciando
la paz y la esperanza a nuestro mundo
agitado y violento.
Virgen Inmaculada, concédenos colaborar en
tu lucha contra el Mal, que corroe los
corazones, las familias, las relaciones
humanas y las relaciones entre los pueblos,
y la misma creación. Tú eres Toda Pura, Tú
eres la Mujer victoriosa, que con tu Hijo
aplastas la cabeza a la serpiente.
Santa María, Madre de Dios, quédate junto a
nosotros y ayúdanos con tu presencia
materna, para que también nosotros podamos
consolar y socorrer a quienes encontramos en
nuestro camino, hasta que todos lleguemos un
día a contemplar tu rostro radiante y,
contigo, con San Francisco, San Maximiliano
y todos los santos, adorar por siempre al
Padre celeste, que te eligió desde la
eternidad para ser la Madre de su Hijo amado
por obra del Espíritu Santo.
Amén.
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