HIMNOS I PARA
EL OFICIO DE LECTURA
Con la primera luz de la alborada / sale
Francisco, fervoroso, al monte,
cuando el sol ilumina el horizonte / se
abisma en la oración.
Y es tan hondo su amor a Jesucristo / que
anhela transformarse en el que ama,
y se convierte en ardorosa llama / de
intensa compasión.
Serafín él también, aunque en la carne /
contempla al Serafín crucificado.
Todo su ser, dichoso y angustiado / se
concentra en amor.
Con los ojos brillantes como estrellas, / el
ama en vilo, bebe la dulzura,
mientras se imprimen en su carne pura / las
llagas del Señor.
Francisco, fiel amor, padre y maestro, /
alcánzanos saber morir al mundo
y vivir para Aquel que, en lo profundo / te
selló con su cruz.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu, /
gloria a la santa Trinidad divina
que nos sella, transforma e ilumina / con su
sagrada luz. Amén.
HIMNO II PARA EL OFICIO DE LECTURA
Dios como a su espejo os trata, / Francisco;
que gusta Dios
de ver retratado en vos / el mismo amor que
le mata.
Tan bien a Dios retratáis, / que el mismo
Dios parecéis,
aunque en la cruz excedéis; / que en él os
crucificáis.
Dios sus heridas retrata / en vos, porque
gusta Dios
de ver retratado en vos / el mismo amor que
le mata.
Es de Dios tanto el amor, / aunque en sí te
considere,
que tener espejo quiere / para que le haga
mayor.
Y como tanto retrata / el vuestro, santo, al
de Dios,
gusta de mirar en vos / el mismo amor que le
mata.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu
Santo
por los siglos de los siglos. Amén.
HIMNO I PARA LAUDES
Venid, que en el monte Alvernia, / como a
Moisés en la zarza
que ardía sin consumirse, / Dios por
Francisco nos habla.
Cristo en la cruz es su vida. / Francisco en
su amor se abrasa.
Que si "el Amor no es amado" / Francisco por
todos ama.
Un serafín presuroso, / con dardos que Amor
inflama,
en su pecho, pies y manos / hace florecer
las llagas.
Cinco señales divinas / llevan de Cristo la
marca.
Nuevo lenguaje de amor / que Dios por
Francisco habla.
Un sol en fulgor temprano / hoy desveló la
mañana.
Cuerpo de Cristo es Francisco / Cristo de
Francisco es alma.
Francisco en gozo se inmola / con el dolor
de sus lágrimas.
Dolor y gozo son siempre / testimonio de
quien ama.
Gloria al amor de Dios Padre / que por su
Hijo nos salva.
Gloria al Espíritu Santo / que por Francisco
nos llama. Amén.
HIMNO II PARA LAUDES
En la cumbre de la Verna / se han dado cita
de amor
el siervo con su Señor / unidos en Pascua
eterna.
Del cielo el Señor venía, / Hijo de Dios
humanado,
tenía el cuerpo llagado / y el rostro
resplandecía.
¡Oh Jesús, el más hermoso / entre los hijos
de Adán,
libres tus lazos están / para el abrazo de
esposo!
Y Francisco se ha quedado / de gracia y amor
transido;
por Cristo se encuentra herido / en manos,
pies y costado.
La Regla ved ya cumplida / en el monte de la
Alianza;
amor que la sangre alcanza / es de aquél que
da la vida.
Gloria a ti, Cristo benigno, / en el
precioso madero;
para el gozo verdadero / guárdanos bajo tu
signo. Amén.
HIMNO I PARA VÍSPERAS
Lo ha tocado el Señor; / mirad palma con
palma,
manos de dos amigos / en una cruz clavadas.
Hermano de los hombres / y aún de las
bestias bravas,
hermano de Jesús / que en sí todo lo
hermana.
¡Oh cuánto el corazón / contempla, gime y
ama!
¡Cuán alto en la montaña, / cuán cerca en la
llanada!
La norma, el Evangelio; / su vida, las
pisadas
de aquel Jesús que quiso pisar donde mi
planta.
Francisco, el de las calles / por el
enamoradas...,
Francisco, a quien el mundo / hoy alza su
esperanza.
¡Loado, mi Señor, / por tan cercana gracia:
por el humilde hermano / marcado con tus
llagas! Amén.
HIMNO II PARA VÍSPERAS
Por esas cinco roturas / mostráis el brocado
fino,
que tejió con penas duras / Cristo en su
cuerpo divino;
con que el mundo a decir vino, / pues que
tal ropa traéis,
que Dios se parece a vos / y vos a Dios
parecéis.
Con que más claro mostráis / que andáis muy
enamorado;
pues la librea lleváis / que es propia de
nuestro Amado;
y estáis en él transformado, / tanto, que
decir podéis
que Dios se parece a vos / y vos a Dios
parecéis.
Rompieron la ropa a Dios / unos hombres
inhumanos;
mas, Francisco, Dios a vos / os la rompió
con sus manos:
Francisco, ¿qué más queréis?
que Dios se parece a vos / y vos a Dios
parecéis. Amén.
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