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En la
Leyenda de los Tres
compañeros, una de las
más antiguas biografías de san Francisco, se cuenta un
hecho de una importancia especial para la vida del Pobrecillo y de sus primeros
hermanos: “Antes
de que Francisco se pusiera en camino hacia Roma, el
Papa Inocencio III tuvo una visión en la que veía que la
iglesia de San Juan de Letrán se desplomaba y que un
hombre religioso, pobre y pequeño, la sostenía con sus
propias fuerzas. Este sueño dejó al Papa atónito,
preguntándose qué significaría tal visión. A los pocos
días se presentó ante él Francisco y le expuso su plan
de vida y le suplicó que le aprobara la Regla que
había escrito con palabras sencillas, tomadas del
Evangelio, a cuyo seguimiento aspiraba con todas sus
fuerzas. Viéndolo el Papa tan fervoroso en el servicio
de Dios y recordando su propio sueño, comenzó a decirse
para sus adentros: "Verdaderamente éste es aquel varón
religioso y santo por el que la Iglesia de Dios
se levantará y se sostendrá". Acercándose el señor Papa a
Francisco lo abrazó y le aprobó la Regla. Le dio también
el permiso, lo mismo que a sus hermanos, para predicar la
penitencia en todo el mundo. Francisco, por su parte,
dio gracias a Dios y, puesto de rodillas, prometió
humilde y devotamente al señor Papa obediencia y
reverencia”. |
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En estos días estamos viendo a nuestra
madre la Iglesia, y al Papa en especial, humillada,
despreciada, perseguida...No podemos ocultar el grave
pecado y el mal horrendo que algunos de sus hijos han
cometido, traicionando la confianza del Señor y de su
Pueblo santo. Pero el mal, presente dentro de la
Iglesia, no es más fuerte que el bien, como algunos
quieren hacernos creer. Los ataques que está recibiendo
nuestra Iglesia no parece que busquen únicamente
esclarecer la verdad de lo ocurrido, sino otros fines…
¿No será que la tradición de la Iglesia y su experiencia
secular, el magisterio fuerte del Papa Benedicto, el
testimonio precioso de entrega y de servicio humilde de
tantos religiosos, sacerdotes y laicos, la defensa
valiente de la cultura de la vida, la promoción de la
justicia, el estilo de vida alternativo de muchos
creyentes… resultan demasiado incómodos, molestos,
incluso insoportables para algunos sectores de nuestra
sociedad?
El Espíritu de Dios, “alma de la
Iglesia”, está actuando a pesar de todo y especialmente
en estos momentos realmente difíciles. Y sabrá suscitar,
con nuestra disponibilidad y con la santidad de nuestra
vida, un bien más grande, una abundancia de gracia y de
novedad también en este momento crucial de nuestra
historia. Él no cesa de llamar e interpelar, suscitar y
provocar, mandar y enviar…
¿QUIÉN RESPONDERÁ A SU LLAMADA?
¿QUIÉN IRÁ EN SU NOMBRE?
¿QUIÉN TENDRÁ EL VALOR DE HABLAR DE
CRISTO?
¿QUIÉN OFRECERÁ LO MEJOR DE SU VIDA
POR EL SEÑOR Y SU IGLESIA?
¿QUIÉN ESTÁ DISPUESTO A SOSTENER, COMO
FRANCISCO, LA IGLESIA?
Querido amigo, ahora es el momento
crucial para una respuesta valiente. La Iglesia necesita
tu fuerza, tu palabra, tu pasión, tu oración confiada e incesante, tu amor incondicional y sin
rebajas... No te pierdas en discusiones inútiles, en
críticas fáciles. No hables mal de quien, a pesar de su
fragilidad y pobreza, te ha dado lo mejor que tiene:
Jesucristo, el Evangelio, los sacramentos, la Virgen
María, tantos hermanos y hermanas…
AHORA ES EL MOMENTO DE PRONUNCIAR UN
“SÍ”, UN “AQUÍ ESTOY”.
¿ESTÁS DISPUESTO? |