Gilbert Keith Chesterton (1874-1936), poeta,
novelista, dramaturgo, periodista y crítico, es
considerado uno de los escritores ingleses más
populares, multifacéticos y prolíficos de su época. El
acontecimiento más importante de su vida fue sin duda su
ingreso a la Iglesia Católica, ocurrido en 1922,
madurando a través de largos años de reflexiones y
vacilaciones. En las primeras páginas de su San
Francisco de Asís, Chesterton resume sus esperanzas al
escribir este libro.
Los santos son ante todo hombres; la santidad, que
es del orden sobrenatural, se apoya en el orden natural.
El hombre es el único ser de la creación que puede ser
santo, pero no hay dos santos iguales porque cada uno
singulariza su santidad según los dones recibidos. A
pesar de estar tan cercanos entre sí en el tiempo,
santos como Domingo de Guzmán, Tomás de Aquino, Luis rey
de Francia y Francisco de Asís, son muy distintos en su
santidad.
Los santos viven en la eternidad y en el tiempo,
participan de Dios y de la historia, pero la
intemporalidad de San Francisco es más evidente porque
su lenguaje, que es el del amor y del corazón, llega a
lo más profundo del ser humano. La santidad es la
plenitud en el amor, pero en la unión con el Amor hay
moradas y creemos que el hombre Francisco llegó a la más
cercana.
Su figura en el siglo XX adquiere contornos y
dimensiones similares a las que tuvo hace 800 años
porque el siglo que termina está sediento de amor. Ha
bebido el agua en fuentes envenenada y necesita fuentes
puras. Se nos ocurre que el Amor lo ha elegido
nuevamente para acercarnos el mensaje de su Hijo, el
Verbo Encarnado, nos intrigó hace 20 siglos. Las
palabras del mensaje son sencillas: "Amaos los unos a
los otros como yo os he amado", "Si amáis sólo a los que
os aman, ¿qué tiene de particular, no lo hacen también
los gentiles?. Amad a los que no os aman". "Dad di beber
al sediento", "Lo que hiciereis con el más pequeño de
vosotros conmigo lo estáis haciendo" y "El que quiere ir
en pos de mí que tome su cruz y mi siga". Palabras
extrañas al hombre moderno pero palabras de unión y di
gozo que debemos empezar a balbucear y practicar como si
fuéramos niños recién nacidos.
Regresar
|