Por Fr. Tomás Gálvez
Con San Francisco, "juglar de Dios", la literatura
medieval se volvió lírica y descriptiva. En su Cántico
del hermano Sol hay una nueva sensibilidad, en la que
destaca no sólo su respetuoso amor hacia las cosas
creadas, sino también su capacidad de convertir la
lengua vulgar en un vehículo de belleza.
El mismo soplo de poesía podemos encontrar en las
primitivas fuentes franciscanas, en particular en el
delicioso relato de las Florecillas, de mediados del s.
XIV.
Entre los poetas latinos franciscanos del siglo XIII
destacan: Fray Tomás de Celano, compañero y principal
biógrafo del santo, compositor de secuencias y glosas en
latín, a quien se le atribuye el conocido "Dies irae";
Fray Julián de Spira (+ 1250), que compuso un oficio
rítmico de San Francisco y otro de San Antonio, aparte
de multitud de himnos y secuencias; y Fray Juan de
Peckam (+ 1292), autor del "Stabat Mater dolorosa" y del
poema espiritual "Philomena", muy popular en los siglos
siguientes, e himnos litúrgicos como el "Ave, vivens
Hostia".
En lengua vulgar nadie igualó en pasión e
inspiración a Jacopone de Todi (+ 1306), con sus
"laudas". Imitador suyo fue Hugo Panziera de Prato (+
1330), poeta místico toscano. Giacomino de Verona (+
antes del 1260), con sus dos poemas en rima sobre el
infierno y el paraíso fue el precursor de Dante
Alighieri, del cual se dice que era terciario
franciscano. La parte dedicada a Asís y a San Francisco
constituye una de las páginas más hermosas de la Divina
Comedia. Franciscanos fueron también Accursio Bonfantini
(+ h. 1338), primer comentarista del poema dantesco, y
Juan de Serravalle (+ 1445) su primer traductor al
latín. Petrarca no fue franciscano, pero no dudó en
considerarse "como un miembro de la Orden. En lengua
vulgar escribieron también el inglés Tomás de Hales (+
a. de 1240); el alemán Lamprecht de Ratisbona (+ a. de
1250); los flamencos Juan Brugman (+ 1473) y Teodorico
Coelde (+ 1515); los franceses Enrique de Avranches (+
a. de 1260) y Juan Tisserand (+ 1497), autor además de
la prosa latina "O filii et filiae"; y los españoles
Íñigo de Mendoza (+ h. 1502) y Ambrosio de Montesino (+
1514).
Después de la división de la Orden (1517), los
franciscanos observantes dieron a la literatura del
Siglo de Oro nombres ilustres como Luis de Escobar,
célebre por sus sátiras morales, los poetas épicos
Gabriel de Mata (+ h. 1593), Antonio de Santa María (+
1602), Bartolomé Ordóñez y Alonso de Escobedo (+ a. de
1586), Pedro de los Reyes (+ 1628), poeta espiritual
celebrado por Lope de Vega, los comediógrafos Diego de
Salazar y Miguel de Molina; y el descalzo Antonio Panes
(+ 1665), autor de la "Escala Mística" y "Estímulo del
Amor Divino", que contiene la popular letrilla "Bendita
sea tu pureza".
Entre los franciscanos portugueses hay que señalar
al descalzo Agustín de la Cruz (+ 1619), y a los
observantes Paulino de la Estrella, autor de poemas
místicos en castellano, y Antonio de Chagas, poeta
profano convertido luego a la mística. Destacan también
los flamencos Livino Brecht (+ 1568) y Guillermo van
Spoelberch (+1633), y el patriótico poeta irlandés
Eugenio O'Douyhee.
Abundan los franciscanos conventuales dedicados a
las letras, sobre todo en el siglo XVIII: Baltasar
Paglia de Caltagirone (+ 1705), teólogo, filósofo y
poeta latino; Domingo Guiglielmini (+ 1706), pintor y
poeta; Francisco Moneti de Cortona (+ 1713), poeta
festivo y satírico; el alemán Antonio Wissingh (+ 1716),
poeta latino y autor de una "Theologia rythmica"; el
obispo de Acquapendente Bernardo Bernardi (+ 1758),
teólogo, orador y poeta; Casimiro Liborio Tempesti,
autor ascético, historiador y literato de renombre; el
ingenioso y fecundo Guillermo della Valle (+ 1805),
erudito autor de temas político-sociales, como sus "Lettere
Senesi"; Lorenzo Fusconi (+ 1814), miembro de la Arcadia
de Roma; Francisco Villardi (+ 1833), poeta latino; y
Luis Pungileoni (+ 1844), historiador del arte.
Entre los franciscanos capuchinos, no obstante la
inicial prevención contra los estudios y las ciencias,
no faltó el cultivo de la poesía y el gusto por las
buenas letras. Destacan fray Ludovico de Florencia,
Arcángel de Alarcón, Cosme de Castelfranco y Remigio de
Beauvais en el siglo XVI. En los siglos siguientes:
Apolinar de Sigmaringen (+ 1629), Ludovico de Norcia (+
1623), Juan Bautista de Perusa (+ h. 1631), Ignacio de
Reggio Calabria (+ 1686), Marcial de Brives (+ 1653),
Miguel de Lima, Lucas de Malinas (+ 1652), Lorenzo de
Schnüffis (+ 1702), Tiburcio de Constanza (+ 1712),
Teobaldo de Constanza (+ 1712), Arsenio Ham (+ 1678),
Procopio de Templin (+ 1680), Francisco Antonio de Milán
(+ 1758), José de Castagna (+ 1729), Juvenal de Nonsberg
(+ 1714), Vicente de S. Eraclio (+ 1765), Bernardo María
de Giuliano (+ 1783), Serafín de Brujas (+ 1728).
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Juglares de Dios
"San Francisco quería, y es lo que aconsejaba a sus
compañeros, que primero, alguno de ellos que supiera
predicar lo hiciera y que después de la predicación
cantaran las Alabanzas del Señor, como verdaderos
juglares del Señor. Quería que, concluídas las
alabanzas, el predicador dijera al pueblo: Somos
juglares del Señor, y la única paga que deseamos de
vosotros es que permanezcáis en verdadera penitencia. Y
añadía: ¿Qué son, de hecho, los siervos de Dios, sino
unos juglares que deben mover los corazones para
encaminarlos a las alegrías del espíritu? Y lo decía en
particular por los hermanos menores, que han sido dados
al pueblo para su salvación. A estas alabanzas del
Señor... les puso el título de "Cántico del hermano
sol". (Leyenda de Perusa)
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