Hacia la irremediable ruptura
El fracaso del Capítulo "Generalísimo"
de 1506, convocado por el Ministro general conventual fray Gil Delfini de Amelia
en su intento de reunificar una Orden franciscana
dividida por las reformas, no desanimaron al sucesor, fray Rainaldo de Cotignola, y al estrecho colaborador de
ambos, el coletano francés fray Bonifacio de Ceva. Ambos
hubiesen deseado que las nuevas Constituciones
"julianas", de inspiración coletana, obligaran a todos
los franciscanos, conventuales y reformados, incluidos
los de la Observancia. Sin embargo, el ministro general
no tuvo el apoyo ni del papa Julio II, ni de los propios
conventuales.
Cuatro años después, en mayo de 1510, fray Rainaldo
fue sustituido en el cargo por fray Felipe Porcacci de
Bagnacavallo, que había sido secretario de Delfini. El nuevo
general confirmó a fray Bonifacio como ministro
provincial de Francia y lo designó comisario
plenipotenciario suyo para el convento y la escuela
teológica de
París. Éste provocó situaciones muy tensas en su
controversia contra los Observantes, que obligaron a
intervenir a los organismos judiciales públicos y a la
Facultad teológica de París. En 1516 el asunto llegó al Parlamento de París, que
a su vez lo planteó a León X y a los padres conciliares
participantes en el V concilio lateranense. El papa
confió la cuestión a una comisión de cuatro cardenales,
y éstos, considerando que era un "asunto complejo
concerniente a toda la Orden", concluyeron que era
inaplazable la convocatoria de un nuevo Capítulo
"generalísimo" para Pentecostés del año siguiente.
Entre enero y abril de 1517 fray Bonifacio de Ceva
recurría por enésima vez al Parlamento francés, con un
"Defensorio aclaratorio" (Defensorium elucidarium), en
respuesta al "Tratadillo llamado Defensorio de los
Frailes Menores de la Observancia y de la familia"
(Tractatulus dictus Defensorium fratrum Minorum de
Observantia et familia), del
observante fray Buenaventura Neveu. El Parlamento se
inclinó por éste último, y Bonifacio moría, derrotado,
un mes después, el 12 de abril. Su muerte coincidía con
un debilitamiento de los observantes "sub ministris" y
de los conventuales, no sólo en Francia, sino también en
en España, donde el arzobispo de Toledo, el observante
fray Francisco Ximénez de Cisneros, con el apoyo de los
poderosos Reyes Católicos, había logrado exterminar
a los conventuales de la Provincia de Castilla, y
enemistar al rey D. Fernando con los de la Provincia de
Aragón, hasta amenazarlos, en 1507, con la expulsión de
sus reinos.
Mientras tanto, en Alemania, el vicario provincial
de Estrasburgo, fray Gaspar Schatzgeyer, contraponía al
Defensorium de fray Bonifacio su "Apología de los
Frailes Menores de la Observancia" (Apologia Fratrum
Minorum de Observantia), en la que proponía como
solución al conflicto que la Orden se pusiera bajo la
autoridad de ministros observantes, porque sólo la unión
de todos los reformados, los sometidos a los vicarios
observantes y los sometidos a los ministros
conventuales, garantizaría una única formación religiosa
auténticamente renovada, pues ya no se podía prolongar
más la convivencia con los frailes "irreformables".
Estás serán las tesis que triunfarán pocos días después.
La bula Ite vos y la Observancia
En la vigilia del Capítulo generalísimo de
Pentecostés, como venía siendo habitual, se
multiplicaron las presiones diplomáticas de los
príncipes europeos a favor de uno u otro bando. Al final
se impuso la solución propuesta por fray Gaspar
Schatzgeyer. En la bula "Ite vos", del 29 de mayo
de 1517, León X explica que el estado de división y
continuo enfrentamiento entre observantes y conventuales
exigía una intervención firme y definitiva, tanto por la
calidad cristiana de la Orden en cuestión, sino también
por las ininterrumpidas súplicas de la cristiandad a
través de sus reyes, príncipes y autoridades. También
precisa que las disposiciones han sido tomadas previa
investigación de una comisión cardenalicia nombrada al
efecto, y tras madura reflexión del papa y del colegio
cardenalicio.
La Ite vos atribuye las discusiones y
divisiones entre franciscanos a tres causas principales:
la multiplicidad de prelados (ministros conventuales y
vicarios de diferentes obediencias), la perpetuidad de
algunos cargos y la vida "no reformada" de los "no
observantes". Por eso se concluye lo siguiente:
a) Según la Regla, el ministro general debía ser uno
solo, y que su mandato no debía durar más de seis años.
b) El conjunto de ministros provinciales y custodios
pueden destituirlo, si no lo consideran apto para el
servicio y común utilidad de los religiosos.
c) La elección del ministro general compete sólo a
los ministros y custodios reformados, tanto cismontanos
(italianos) como ultramontanos (resto de Europa), porque
la voz activa y pasiva la tienen sólo aquéllos a los que
la Congregación juzgue como reformados. Esto explica por
qué en el Capítulo generalísimo fueron admitidos
representantes de los reformados bajo la autoridad de
los ministros, es decir, amadeítas, clarenos y del santo
evangelio o del capucho.
d) Sancionado el predominio de la Observancia, la
bula establece la alternancia y la colaboración entre
los dos grupos mayoritarios de la misma: a un ministro
general de procedencia cismontana, debía suceder otro
ultramontano, y viceversa, y cada ministro debía estar
asistido por un comisario general del otro grupo.
La bula especifica también a quiénes se refiere el
término "reformados": "Queremos y declaramos
que bajo el nombre de Reformados, es decir, de aquellos
que observan la Regla de san Francisco pura y
sencillamente, hay que comprender a todos y a cada uno
de los infrascritos frailes: o sea los Observantes,
tanto de la familia cuanto los reformados bajo los
ministros, es decir, los frailes de Amadeo (de
Silva), los Coletanos, los Clarenos, los del santo
Evangelio o de la capucha, también llamados descalzos, y
otros similares, de cualquier manera que se les llame,
pero que observan la misma Regla del bienaventurado
Francisco en modo puro y simple: haciendo de ellos un
sólo cuerpo, los unimos entre sí a perpetuidad. Así, de
ahora en adelante, abandonada la diversidad de
denominaciones, ya sea en su conjunto o bien en sus
partes, llámense y puedan y deban ser llamados, Hermanos
Menores de san Francisco de la regular Observancia".
Quedaba de este modo alterada la originaria y simple
denominación de "Hermanos Menores", al tiempo que
desaparecían el resto de denominaciones, de modo que
nadie podía llamarles en adelante: privilegiados,
coletanos, amadeítas, clarenos, del Evangelio o del
capucho, bigotti (beatos), ni con cualquier otro
nombre.
La bula Omnipotens Deus y los Conventuales
La Ite vos aplaza el asunto de los Conventuales a
posteriores disposiciones, que llegarán el 12 de junio
de 1517 con la bula Omnipotens Deus. Antes de
eso, el 29 de mayo, fray Bernardino Prati de Chieri,
último general conventual "de toda la Orden",
había sido nombrado obispo de Atenas por León X, y al
día siguiente los conventuales procedieron a la elección
de un "maestro general", en la persona de fray
Antonio Marcelo de Cherso. A partir de la Ite vos, el
Capítulo dejó de ser "generalísimo". El 1 de
junio se reunían en Santa María de Araceli de Roma los
custodios vicarios provinciales de la observancia con
los delegados de las distintas reformas, para la
elección del primer ministro general observante. El
cargo recayó por mayoría absoluta en la persona de fray
Cristobal Numai de Forlí, vicario general cismontano. Un
mes más tarde, el 1 de julio, el papa lo nombraba
cardenal, junto con otros 30 prelados. No está del todo
clara la relación entre el apoyo incondicional de León X
a los observantes y la crisis que atravesaba el papado
en esos días, con una conjura cardenalicia que trató de
envenenarlo, y el fracasado intento de reconquista del
territorio de Urbino para los Estados pontificios.
La bula Omnipotens Deus referente a los
Conventuales cambió el título de los "ministros"
generales y provinciales por el de "maestros".
Dichos cargos, en adelante, debían ser confirmados por
los respectivos ministros observantes. Los papeles se
habían cambiado. El ex-fraile observante alemán Conrado
Pellikan, pasado a las filas luteranas, escribía al
respecto: "No ocurrió allí otra cosa que el traspaso
del magisterio de la Orden, del cargo del generalato
y del régimen, de los Menores conventuales -que eran
contrarios, recalcitrantes y que discutían sobre lo
establecido- a los frailes llamados de la Observancia".
La autonomía de los conventuales quedaba, sin
embargo, garantizada. Según la Omnipotens Deus,
ell ministro general observante no tenía sobre ellos
ninguna autoridad jurídica, como tampoco antes la había
tenido el ministro conventual sobre los vicarios de la
Observancia. Las casas masculinas y monasterios
femeninos que antes de la Ite vos estaban bajo la
jurisdicción del ministro general conventual,
continuaban ahora bajo el maestro general. También
conservaban los maestros la autoridad sobre los lugares
con menos de diez frailes que quisieran reformarse,
mientras los miembros de casas más numerosas tenían
derecho a elegir, por mayoría, la "obediencia"
bajo la cual querían vivir la reforma. Los conventuales
podían también pasar libremente bajo obediencia
observante, sin el permiso de sus maestros. El
predominio de los observantes quedaba también patente en
la precedencia de éstos sobre los conventuales, en
procesiones, funerales y ceremonias públicas.
La solución no evitó el descontento de los
conventuales ni las durísimas críticas contra los
observantes, acusados de haber "comprado" la
preeminencia en la Orden con el dinero recogido con la
venta de indulgencias para la nueva fábrica de la
basílica de San Pedro. Daba pie a ello el hecho de que,
entre julio de 1526 y junio de 1517, los observantes
entregaron a la Iglesia 26.041 ducados, frente a los
1.200 recogidos por los conventuales, y los 8.740 del
resto de recaudadores.
La Ite vos fue llamada bula "de unión"
y la Omnipotens Deus, bula "de concordia",
pero la realidad fue que la Orden de los Hermanos
Menores quedó definitivamente dividida en el plano
institucional y organizativo. La división no fue
paritaria, debido al pleno apoyo concedido por
León X a la "regular observancia", aún a costa de
forzar la realidad con un interpretación ideológica la
historia, como se puede constatar en este texto tomado
de la bula Licet alias, del 6 de junio de 1517: "Declaramos...
que los frailes de la Observancia y los Reformados han
sido sin género de duda verdaderos frailes de la Orden
del bienaventurado Francisco, y que, sin interrupción
alguna o división, siempre han observado (...) su Regla,
desde que ella fue publicada por el bienaventurado
Francisco hasta hoy, y han militado y todavía hoy
militan bajo la Regla del mismo bienaventurado
Francisco; por tanto, decretamos y mandamos que así han
de ser tenidos y observados en todo y así se ha de decir".
Concluimos el tema recordando que, ni la autoridad
papal, ni el espaldarazo a la Observancia lograron su
objetivo de resolver el problema de las reformas y las
inevitables divisiones provocadas por ellas. Nuevas
reformas y divisiones surgirán en el seno de la
Observancia en los años y siglos posteriores:
alcantarinos, recoletos, reformados, capuchinos... Éstos
últimos lograrán constituirse en Orden franciscana
autónoma, los otros se verán obligados a uniformarse con
los observantes en 1897, por decreto de León XIII. Y lo
más curioso del caso es que, a la larga, toda reforma
franciscana desemboca siempre en una inevitable "conventualización".
Ironías de la Historia.
(Fratefrancesco.org)
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