Antes de la aprobación de la Regla, el grupo de hermanos
de Rivotorto no tenía una denominación concreta y se
presentaban simplemente como "Penitentes de Asís",
porque aún no eran una orden. Sólo después de la
aprobación de la regla o forma de vida por parte de
Inocencio III empezaron a llamarse Hermanos Menores,
pero gracias al testimonio del cronista Buscardo de
Ursperg sabemos que al principio se llamaron Pobres
Menores, en sintonía con otros movimientos de su tiempo,
heréticos o no, que se llamaban Pobres de Lyón, Pobres
Lombardos, Pobres Católicos, etc.
Tal relación con los grupos religiosos contemporáneos no
es de extrañar: Francisco, aunque dirigido y orientado
siempre por inspiración divina, nunca vivió de espaldas a
las inquietudes de sus contemporáneos, ni su proyecto de
vida fue ajeno a las nuevos proyectos de vida religiosa
que se fraguaban a su alrededor. Basta comparar su ideal
de pobreza, itinerancia, predicación de la penitencia y
demás prácticas evangélicas y apostólicas para comprobar
que no era diferente al de los demás grupos. Por tanto,
la originalidad franciscana no está ahì, sino en la
radicalidad de vida, que superó a todos, en la
catolicidad insobornable y, sobre todo, en el modo
humilde y servicial -minoridad- con que se presentaba
ante los demás.
Precisamente para salvaguardar la humildad del grupo fue
por lo que el Santo substituyó enseguida el nombre de
Pobres por el de Hermanos, como refiere el mismo
Burcardo de Ursperg al describir su estilo de vida:
"Éstos -los menores- rechazaban todo lo censurable de
aquellos (los pobres lombardos): iban realmente
descalzos, en verano como en invierno, y no recibían
dinero ni otra cosa, salvo el alimento o, todo lo más,
la ropa necesaria, si alguien se la daba espontáneamente,
pues nada pedían a nadie. Ellos mismos, andando el
tiempo, al darse cuenta de que a veces la fama de mucha
humildad puede llevar a la vanagloria y de que existe el
peligro de envanecerse ante Dios por motivo de pobreza,
como le ocurre a muchos, que mal la soportan,
prefirieron llamarse Hermanos Menores, en lugar de
Pobres Menores, sometidos en todo a la sede apostólica".
Sometidos en todo a la sede apostólica, he aquí la
clave: Francisco pudo haber tropezado en la misma piedra
que otros contemporáneos suyos, cayendo en la arrogancia
y la vanagloria. No fue así por gracia de Dios y porque
el obispo de Asís Guido I tuvo suficiente sabiduría
desde el principio como para evitar el desastre. El
mismo Santo supo reconocerlo agradecido, cuando decía a
sus hermanos: "El Señor nos ha llamado en ayuda de su fe
y de los prelados y clérigos de nuestra Madre la Santa
Iglesia. Por eso debemos, en la medida de lo posible,
amarlos siempre y honrarlos y respetarlos. Los hermanos
se llaman Menores porque, igual que en el nombre,
también sean humildes por la conducta y el ejemplo con
todos los hombres de este mundo. Porque al principio de
mi conversión, cuando me separé de mi padre carnal y del
mundo, el Señor puso sus palabras en boca del obispo de
Asís para darme consejo y ánimo en el servicio de
Cristo. Por esa razón y por otras muchas cualidades
eminentes que aprecio en los prelados, quiero amarlos,
venerarlos y tenerlos como señores míos; y no sólo a los
obispos, sino también a los pobrecillos sacerdotes".
Como decían sus compañeros, Francisco, con la ayuda de
Dios y como sabio arquitecto, se fundamentó a sí mismo y
a su orden sobre roca firme, es decir, sobre la altísima
pobreza y humildad del Hijo de Dios, llamándola
"Religión de los Hermanos Menores".
Mucho se ha escrito sobre la elección del título, pero
hay que descartar absolutamente que tuviese que ver con
una opción de clases. Es cierto que en Asís, como en en
el resto de Italia, existían dos clases sociales, los
minores o clase urbana, a la que él perteneció, y los
mayores o nobles, a la que aspiraba pertenecer. Pero
nada, ni en sus escritos ni en las demás fuentes, da a
entender que fuese así; antes bien, escogiendo el camino
de la minoridad evangélica, es como si hubiese querido
dar una lección no sólo a los más grandes y poderosos,
sino también a quienes, llamándose menores, aspiraban,
por la riqueza y el poder, a ponerse a la altura de la
clase feudal dominante.
Dice fray Tomás de Celano que Francisco eligió el nombre
de Menores al repasar la Regla que él mismo había
redactado, donde se decía: "Los hermanos sean menores".
Fue entonces cuando exclamó: "Quiero que esta
fraternidad se llama Orden de los Hermanos Menores". En
efecto, en varios capítulos de la Regla de 1221, que
parecen remontarse al texto primitivo, aparece el
término menores, siempre con una indiscutible raíz
evangélica.
En el capítulo quinto se lee: "Ningún hermano tenga
poder o dominio, y menos entre ellos; pues, como dice el
Señor en el evangelio: "'Los príncipes de los pueblos
los dominan y los que son mayores ejercen poder sobre
ellos". No será así entre los hermanos. Todo aquel que
quiera ser el mayor entre ellos sea su ministro y
servidor; y el que quiera ser el mayor entre ellos, que
se haga el menor. Y ningún hermano haga daño o hable mal
de otro, sino, más bien, por la caridad del espíritu, se
sirvan y obedezcan unos a otros de buena gana. Y esta es
la verdadera y santa obediencia de nuestro Señor
Jesucristo".
Y se dice en los capítulos sexto y séptimo: "A nadie se
le llame prior, sino que todos, sin excepción se llamen
hermanos menores. Y se laven los pies unos a otros...
Los hermanos, dondequiera que se encuentren, sirviendo o
trabajando en casas de otros, no sean secretarios ni
estén al frente de ellas ni acepten ningún oficio que
provoque escándalo o cause daño a su alma; sino sean
menores y estén sometidos a todos los que estén en la
misma casa".
También se cuenta que Francisco incluyó el nombre de
Menores en la Regla por revelación divina, porque quiso
fundamentarse a sí mismo y a su familia sobre la roca
firme de la humildad y pobreza del Hijo de Dios. Un
testimonio poco conocido de fray Gil lo explica de este
modo: "Decir 'hermano menor' es como decir 'estar a los
pies de todos'. Cuanto mayor sea la humillación, más
grande será la exaltación. Por eso San Francisco decía
que el Señor le había revelado que debía llamarlos
'hermanos menores'".
A esa revelación se refería seguramente cuando decía a
sus íntimos: "La Orden de los Hermanos Menores es un
pequeño rebaño que el Hijo de Dios pidió al Padre en
estos últimos tiempos, diciéndole: 'Padre, quisiera que
me dieses un pueblo nuevo y humilde que se distinga, por
su humildad y pobreza, de todos los que le han
precedido, y se conformen con tenerme solamente a mí'. Y
el Padre se lo concedió. Por eso quiso el Señor que se
llamen Menores, pues ellos son ese pueblo que el Hijo
pidió al Padre y del cual dice el evangelio: 'No temáis,
mi pequeño rebaño, pues el Padre se ha complacido en
daros el reino'. Y también: 'Lo que hicisteis a uno de
estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis'.
Cuando el Señor habló así, se refería, sin duda, a todos
los pobres de espíritu, pero, principalmente, predijo el
nacimiento en su Iglesia de la Orden de los Hermanos
Menores".
En otra ocasión dirá: "Dios quiso que se llamaran
Hermanos Menores porque deben mostrarse inferiores y más
humildes y pobres, por la humildad de corazón, en las
palabras, en obras y en el hábito; y nunca pretendan ser
mayores en la iglesia, sino, más bien, pidan y
permanezcan siempre en una mayor y más profunda
humildad".
Minoridad, por tanto, como sinónimo de humildad, en su
más pleno sentido. Así lo reconoce, por ejemplo, Tomás
de Celano cuando escribe: "Ciertamente, eran hermanos
menores quienes, sometidos a todos, buscaban siempre el
último lugar y trataban de trabajar en los oficios que
tenían alguna apariencia de deshonra, a fin de que,
fundados en la verdadera humildad, merecieran que en
ellos se levantase perfectamente el edificio espiritual
de todas las virtudes".
San Buenaventura es del mismo parecer: "Francisco,
ejemplo de humildad, quiso que los hermanos se llamasen
menores, y los superiores de su Orden, ministros
(siervos), para usar las mismas palabras del evangelio,
cuya observancia había prometido, para que sus
discípulos se diesen cuenta de que habían venido a la
escuela de Cristo humilde para aprender la humildad".
Y el obispo Jacques de Vitry, que conoció personalmente
a Francisco y sus hermanos, en febrero de 1220, en vida
del santo, escribió: "Esta es la Orden de los verdaderos
pobres del crucificado, que es también Orden de
Predicadores, los llamados Hermanos Menores. Por cierto,
menores y más humildes que todos los religiosos de este
tiempo, en el hábito, en la desnudez y en el desprecio
del mundo".
Por último, como dato curioso, Ángel Clareno asegura que
Francisco no quiso que su familia religiosa se llamase
Orden, sino "Vida" de los Menores. Ignoramos de dónde
sacó la noticia, pero lo cierto es que en las dos
versiones conocidas de la Regla, y en todos sus
escritos, nunca aparece la palabra Orden, sino Religión,
Fraternidad o Vida, como cuando dice: "Esta es la vida
del Evangelio", Esta es la regla y vida de los
hermanos", "Si alguno quiere abrazar esta vida"...
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