La teología de san Antonio de Padua

Características de su pensamiento teológico

   
   

 

Extracto del Artículo de Fr. Faustino Osanna OfmConv.,
Il senso della Teologia nell'Ordine francescano: la lettera di Francesco ad Antonio.
Rev. Miscellanea Franciscana, Roma, 94 (1994), 505-515.
Traducción de Fr. Tomás Gálvez

Entre los Escritos de Francisco de Asís hay un carta que el Santo escribió a fray Antonio de Padua en respuesta a un problema que se presentaba con rapidez en la joven Orden de los Hermanos Menores, la cual había elegido anunciar y testimoniar el evangelio. De hecho, en la Regla bulada se decía que los que no supieran letras no se preocuparan de aprenderlas (2Re 10); por otra parte, se exigía también un examen y una aprobación para los que querían comprometerse en la predicación (Cf. 2Re 9).

En 1223, cuando se aprobó la Regla (Honorio III, bula Solet annuere, del 29 de noviembre de 1223), fray Antonio predicaba en el norte de Italia (seguramente en el convento de santa María de Pugliola, cerca de Bolonia), como después lo hará en Francia, donde desempeñará el cargo de Custodio en 1226. En su brevísima carta, fray Francisco da su beneplácito al deseo de los hermanos de Bolonia: que Antonio enseñe la teología. En los muchos manuscritos, la carta se presenta en varias formas que dan idea de la libertad de los amanuenses y de la dificultad de referir fielmente lo que quizá, al principio, hubiera podido ser una respuesta a viva voz, ya que Francisco no era siquiera ministro general en ejercicio, aunque tuviera toda la autoridad de fundador y de santo

[…]


El texto original

[…]

El original latino es el siguiente:

Fratri Antonio episcopo meo, frater Franciscus salutem.
Placet mihi quod sacram theologiam legas fratribus
dummodo inter huius studium orationis et devotionis
spiritum non extinguas sicut in regula continetur
.

La traducción española:

Al hermano Antonio, mi obispo, el hermano Francisco: salud.
Me agrada que enseñes la sagrada teología a los hermanos
a condición de que, por razón de éste estudio no apagues
el espíritu de oración y devoción, como se contiene en la Regla
.

[...]


La Teología de san Antonio

Cuando san Francisco da la aprobación para que fray Antonio enseñe teología a los hermanos, ¿qué entiende por teología?

Nos encontramos en el periodo de las escuelas medievales unidas, en parte, a los monasterios, a las abadías que custodian la fe y la ponen por encima de la razón; o también escuelas unidas a los obispos y a las catedrales, escuelas que profundizan, sobre todo, en la moral y en la liturgia. Ha iniciado ya la lucha entre Bernardo, que consigue que se excomulgue a Abelardo y a los que proponen acentuar el valor de la razón hasta oponerla casi a la fe. Los obispos, especialmente los más capaces, ven con preocupación el nacimiento de las universidades, que aportan, en el estudio de las verdades religiosas, el pensamiento griego mediatizado por la reflexión de los pensadores árabes. Antonio ha estudiado teología en Coimbra, donde existía una gran biblioteca y donde había maestros que habían frecuentado las escuelas de París. Su cultura teológica lleva la marca de Agustín y de la cultura europea que precede a la gran escolástica. Hacer teología, enseñar teologías, significa para él cogerse de la mano a la revelación y reflexionar, guiado por la fe.

Características. La teología antoniana tiene claramente cinco características. La más evidente es la presencia en ella de la Sagrada Escritura, la Palabra de Dios expresa y transmitida a través de la Biblia traducida por Jerónimo; basta una ojeada a uno de los sermones para dar razón a Gregorio IX, que llamó a Antonio “Arca del Testamento, estantería de la Sagrada Escritura”.

A esta primera característica sigue una segunda, común en muchos estudiosos medievales, pero de manera especial en Antonio que escribió sus sermones sin acceder a ninguna biblioteca y en sólo dos años de trabajo, del 1228 al 1230. Se trata de la utilización del pensamiento patrístico: en la explicación del misterio Antonio cita a menudo a los Padres, sobre todo los grandes Padres de Occidente: Agustín, Ambrosio, Jerónimo y Gregorio. Cita unas 10 obras de Ambrosio y unas 20 de Agustín. Entre los Padres de Oriente, recuerda a Orígenes, Juan Crisóstomo, Juan Damasceno, Germano de Constantinopla. En la teología de Antonio entran, junto con los Padres, los grandes maestros de las escuelas monacales: los Victorinos, abades como Beda, Cesáreo de Arlés, Rábano Mauro, Fulgencio de Ruspe. Es muy citado Isidoro de Sevilla, de quien se recuerdan 11 obras, además de las Etimologías. Marcan profundamente el pensamiento de Antonio pensadores más cercanos a él: Pedro Lombardo, Pier Damiani, Pedro Cantor, Alberto Magno.

Es menos evidente la autoridad del magisterio, aunque la teología antoniana está abierta a las enseñanzas del Credo niceno-constantinopolitano, del Símbolo de Atanasio, de los que han establecido los concilios hasta el último, el Lateranense IV de 1215; y además, su desarrollo sigue a la liturgia, con los textos escogidos por la Iglesia.

Una cuarta característica es la costumbre de introducir en la explicación de la fe el pensamiento y el estilo de los grandes de la cultura latina: cita a Catón y Virgilio, Tíbulo y Varrón, Cicerón y Séneca, Juvenal y Marcial, Ovidio y Plinio. Cita a Aristóteles no tanto por el pensamiento filosófico, cuanto por la Historia de los animales.

Quinta característica, muy notable en los escritos antonianos, es la presencia abundante de las ciencias de su época, en particular la astrología, la botánica, y, sobre todo, grandes alusiones a la vida y a las costumbres de los animales. Usa Papias Vocabulista y el Physiologus latinus. Este es un aspecto interesantísimo que los últimos estudios han puesto de relieve. Ciertamente la teología de san Antonio está dotada de múltiples inspiraciones y nos demuestra cómo gran parte del saber humano ha podido entrar en la escuela de los primeros franciscanos, para convertirse en medio de transmisión de la verdad religiosa a través de la predicación.

Parece que Antonio anticipe con la riqueza de su teología no sólo la reductio artium ad theologiam de Buenaventura, sino que previene la necesidad de no separar la revelación de la realidad cultural e histórica, preanunciando la reforma de los estudios eclesiásticos, que propondrá el Vaticano II en la Optatam totius, donde se pondrá en marcha el estudio interdisciplinario de la teología y se pedirá una formacion permanente, incluso para la predicación.

 

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