Artículo: P. Maximiliano Mizzi, Lo Spirito
di Assisi.
Revista San Francesco Patrono d'Italia, Asís, enero
2002, 12-14.
Traducción: Fr. Tomás Gálvez.
El papa convoca y regresa a Asís con los
representantes de las religiones del mundo, para rezar
juntos por la paz.
La primera vez fue el 27 de octubre de 1986, una
fecha que ya es historia; se repitió el 10-11 de enero
de 1993 y se renovará el próximo 24 de enero (de 2002.
ver Jornada de Oración por la Paz).
En la raíz de cada encuentro, densos nubarrones de
guerra que oscurecen el escenario político del mundo y
de Europa, y la incapacidad política y diplomática de
encontrar soluciones y la necesidad de confiar a Dios la
causa de la paz, reunidos alrededor de la figura de san
Francisco; porque -dijo en 1993, cuando arreciaba la
guerra en los países balcánicos- "sólo en la aceptación
mutua del otro y del consiguiente respeto mutuo, hecho
más profundo por el amor, reside el secreto de una
humanidad finalmente reconciliada".
La llamada, pues, a las religiones, para que sean
instrumento de paz en un mundo de violencias y de
guerras, y el ambiente de fraternidad universal que
envuelve y se respira en la ciudad de san Francisco, han
dado al papa la ocasión para formular "el Espíritu de
Asís".
Lo dijo por vez primera el 22 de diciembre de 1986,
hablando a la curia romana; la expresión fue también
pronunciada en el mensaje navideño Urbi et Orbi del
mismo año, y de nuevo en el encuentro con el cuerpo
diplomático del 10 de enero de 1987.
Así mismo, en el mensaje de la jornada mundial de la
paz de 1987 (1 de enero), el Papa habló de la "lógica de
Asís", definiendo la paz como "un don vinculante y
comprometedor, un don que hay que cultivar y madurar en
la acogida recíproca, en el respeto mutuo, en la
renuncia a la intimidación ideológica y a la violencia,
en la promoción de instituciones y formas de
concertación y de cooperación entre los pueblos y las
naciones, pero, sobre todo, en la educación a la paz,
considerada a un nivel mucho más alto que la también
necesaria y deseada reforma de las estructuras. Es
decir, de la paz que supone la conversión de los
corazones".
"Espíritu de Asís" y "Lógica de Asís" son los
motivos inspiradores que han llevado a Juan Pablo II a
darle a la paz una dimensión de más voces e
inspiraciones.
Pero, ¿por qué Francisco y por qué Asís?
La respuesta la dió el Papa mismo, al justificar la
elección de Asís para el encuentro de 1986:
"He elegido Asís como lugar para nuestra jornada de
oración por el significado especial del hombre santo que
aquí se venera - san Francisco -, conocido y venerado
por tantos en todo el mundo, como símbolo de paz,
reconciliación y fraternidad".
"Es un ideal hecho de mansedumbre, humildad, de
profundo sentido de Dios, de compromiso de servir a
todos. San Francisco era un hombre de Paz".
Francisco, pues, como modelo de nuevas relaciones
que hay que establecer en la sociedad y entre los
diversos entes religiosos, con referencia explícita a lo
que manda a sus frailes que van en misión entre los
sarracenos y demás infieles: "Los hermanos que van
pueden comportarse entre ellos espiritualmente de dos
modos: uno, que no promuevan disputas y controversias,
sino que se sometan a toda criatura por Dios, y
confiesen que son cristianos. Otro modo es que, cuando
les parezca que agrada al Señor, anuncien la palabra de
Dios" (1R 16).
No hay que olvidar, además, que, precisamente en
Asís, al final de la vida de Francisco, hubo pelea entre
el obispo y el podestà. Lucha sin soluciones humanas. El
santo, que había logrado reunirse en paz con el Sultán
en tierra musulmana, y había conservado un espíritu de
amistad, que había amansado al lobo en Gubbio y no
soportaba, por tanto, las discordias, mandó a la plaza a
dos frailes, para que cantaran la estrofa de su Cántico
del hermano Sol: "Dichosos los que perdonan por tu
amor..., pues de ti, Altísimo, coronados serán".
El obispo y el podestà se abrazaron por fin. Y el
Papa regresará a Asís para relanzar esta bienaventuranza
del perdón, condición previa para romper el odio que
engendra la guerra. "La capacidad de perdón está en la
base de cualquier proyecto de sociedad más justa y
solidaria. La falta de perdón, por el contrario,
especialmente cuando alimenta la continuidad de los
conflictos, tiene costes enormes para el desarrollo de
los pueblos. Los recursos son empleados para sostener la
carrera de armamentos, los gastos de la guerra, las
consecuencias de las presiones económicas. De ese modo
faltan las disponibilidades financieras necesarias para
producir desarrollo, paz, justicia. ¡Cuánto dolor sufre
la humanidad, por no saber reconciliarse, cuántos
retrasos sufre, por no saber perdonar! La paz es la
condición para el desarrollo, pero una paz verdadera
sólo la hace posible el perdón" (Mensaje para la jornada
mundial de la paz, 2002).
La propuesta del perdón no está al alcance de las
simples fuerzas humanas; es más, en principio podría ser
expresión de debilidad, y en cambio, para darlo y para
aceptarlo es necesaria una gran fuerza espiritual y una
valentía moral a toda prueba.
Una verdadera pedagogía del perdón, que sólo las
religiones pueden ofrecer, para favorecer la paz y
eliminar el terrorismo. Y por eso Juan Pablo llama una
vez más a filas a los cristianos y a las otras
religiones, pidiendo que alcen la voz al Altísimo,
"porque la familia humana tiene necesidad de que se le
recuerden las razones seguras de nuestra esperanza" (Mensae
para la jornada mundial de la paz, 2002).
Por eso "regresa" a Asís, convertida, únicamente por
Francisco, en la tierra prometida de la paz, tierra del
perdón, tierra de oración y de alabanza al Altísimo
Omnipotente buen Señor. Pero, si en Asís se quita la
"visibilidad" de Francisco, ¿el encuentro comunitario
tendrá que ser vivido "bajo una tienda", por el
impedimento de entrar en la iglesia puesto por algunos
representantes religiosos? ¿Se podrán superar obstáculos
mucho más grandes en el camino de la paz y se podrá
hablar aún de "Espíritu de Asís"? Desde luego, no se
podría ver el arco iris surcando los límites entre la
tierra y el cielo.
Sí, todos los presentes recuerda que en el cielo del
27 de octubre de 1986 apareció, de repente, un arco
iris, un juego prodigioso de luces que ofrecía a esta
pequeña ciudad la capacidad de abrazar y de unir todos
los esfuerzos del mundo por una paz en Dios.
Regresar
|