1. Saludo a la B. Virgen María
Salve, Señora, santa Reina,
santa Madre de Dios María,
que eres virgen hecha Iglesia
y elegida por el santísimo Padre del cielo,
consagrada por él con su santísimo Hijo amado
y el Espíritu Santo Paráclito,
en la que estuvo y está toda la plenitud de la gracia y
todo bien.
Salve, palacio suyo; salve, tienda suya;
salve, casa suya; salve, vestidura suya;
salve, sierva suya; salve, madre suya,
y todas vosotras, virtudes santas,
que por la gracia y la iluminación del Espíritu Santo
sois infundidas en el corazón de los fieles,
para que de infieles se vuelvan fieles a Dios.
2. Saludo a las Virtudes
Salve, reina Sabiduría, Dios te salve con tu hermana
la santa y pura Sencillez.
Señora santa Pobreza, Dios te salve con tu hermana la
santa Humildad.
Señora santa Caridad, Dios te salve con tu hermana la
santa Obediencia.
Santísimas virtudes, a todas os salve el Señor, de
quien venís y procedéis.
No hay nadie en el mundo entero que pueda tener a
una de vosotras,
si antes no muere;
quien tiene a una y a las demás no ofende, las tiene
a todas;
y quien ofende a una, ninguna tiene y ofende a todas;
y con cada una confunde a vicios y pecados.
La santa Sabiduría confunde a Satanás y todas sus
malicias.
La pura y santa Sencillez
confunde a toda sabiduría de este mundo y la sabiduría
del cuerpo.
La santa Pobreza confunde al ansia de tener
y a la avaricia y a las preocupaciones de este mundo.
La santa Humildad confunde a la soberbia
y a todos los hombres que hay en el mundo,
y al mundo mismo, y también a todas las cosas que hay en
el mundo.
La santa Caridad confunde a todas las tentaciones
diabólicas y carnales
y a todos los temores de la carne.
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