Llegada a Asís, desde Perusa
...Saliendo luego de Perusa (después de canonizar a
San Pedro mártir, de la Orden de Predicadores o
Dominicos), el día octavo de la resurrección del Señor
del año 1253, año décimo de su pontificado, el papa vino
a Asís, donde fue recibido por los habitantes de la
ciudad con tanta alegría, que muchos, al verlo, no
lograban en modo alguno contener las lágrimas, debido a
tan grande y sobreabundante alegría. Y durante todo
aquel verano moró con todos sus familiares en el lugar
del bienaventurado confesor san Francisco, donde
descansa su santísimo cuerpo.
Consagración de la Iglesia de San Francisco, en Asís
Y, aconsejado por los frailes, fijó la consagración
de aquella iglesia para el domingo anterior a la fiesta
de la Ascensión del Señor. Llegado el día previsto, el
recordado señor papa, con muchos obispos, consagró la
iglesia y sus altares. De donde, por devoción y respeto
al sumo pontífice consagrante de la Iglesia, hubo tal
afluencia de pueblos, prelados, religiosos, clérigos,
hombres, mujeres y niños, incluso de provincias lejanas
y del extranjero, que nadie hubiese podido contar jamás
su número. Valles, montes, llanuras y la misma ciudad de
Asís estaban, en efecto, llenas de gente.
Concedió, pues, el señor papa amplias remisiones e
indulgencias de los pecados a todos los que entrasen en
ella con devoción. Estableció además el señor papa que
la fiesta de la consagración de la iglesia se celebrara
cada año, en ese domingo precedente a la fiesta de la
Ascensión del Señor.
Y consagró también la iglesia mayor de la ciudad,
San Rufino, y las iglesias de San Pedro y de San Pablo,
monasterios asisanos de la orden de San Benito.
Canonización de San Estanislao de Cracovia en la
basílica superior
También en aquel tiempo, mientras el papa estaba
allá (en San Francisco), aconsejado por sus co-hermanos
y por otros prelados, inscribió en el catálogo de los
santos al beato Estanislao de Cracovia, resplandeciente
de tantos milagros, el cual, como otro Juan el Bautista,
denunciaba las abominables impiedades del duque de
Polonia, por cuyo motivo sufrió la decapitación.
Visitas a Clara, en el monasterio de San Damián.
El piadoso padre visitó también dos veces, con mucha
compasión y mansedumbre, a madonna Clara, clara por la
vida y por el nombre, primera abadesa de las señoras
monjas reclusas de la orden de San Damián, que yacía
enferma en su lecho. La cual, luego, el día de la fiesta
del bienaventurado Rufino, fue felizmente llamada por el
Señor a la otra vida.
Como un fraile con los frailes del Sacro Convento
A los frailes con los que vivía en aquel lugar, el
sumo pontífice condecía beneficios con mucha humanidad y
benignidad. Y como, en efecto, sobresalía por la virtud
de la humanidad, se comportaba como un fraile con los
mismos frailes, humilde con los humildes, manso con los
mansos. Por eso, con mayor razón y por mayor motivo, los
referidos frailes acudían con segura confianza a su
regazo, como a un padre, o al pecho de una madre. Y él
los nutría como a hijos amadísimos suyos, con dulces
exhortaciones y sermones, dándoles limosnas y
suministrándoles lo necesario para túnicas y otras
cosas.
Regreso a Roma
Tras haber celebrado solemnemente la fiesta del
bienaventurado Francisco el sábado (4 de octubre), el
lunes siguiente salió de Asís con toda la curia, y
regresó a Roma por Narni y la Sabina (Valle de Rieti).
Traducción del latín al
español por Fr. Tomás Gálvez
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