El día 5 de noviembre de 1978, por la tarde, el Papa
se trasladó en helicóptero a Asís. (“Deseo dedicar este
domingo a los Santos Patronos de Italia», había dicho en
las palabras del :Ángelus. Asistió a una Misa
concelebrada en la Basílica, oró ante los restos del
Pobrecillo de Asís, objetivo principal del viaje, según
había expresado el mismo Papa en el Ángelus, y, desde un
balcón, habló a la inmensa multitud reunida ante la
basílica. También su predecesor Juan XXIII visitó al
Poverello, Francisco de Asís.
Heme aquí en Asís este día que he querido dedicar de
manera particular a los Santos Patronos de esta tierra,
Italia, tierra a la que Dios me ha llamado para que
pueda realizar mi servicio como Sucesor de San Pedro.
Dado que no nací en este suelo, siento más que nunca la
necesidad de un “nacimiento” espiritual en él. Por eso
vengo este domingo como peregrino a Asís, a los pies del
Santo “Poverello” Francisco, que escribió con caracteres
incisivos el Evangelio de Cristo en el corazón de los
hombres de su tiempo. No podemos extrañarnos de que sus
conciudadanos hayan querido ver en él al Patrono de
Italia.
El Papa, que por razón de su misión debe tener ante
los ojos a toda la Iglesia universal, Esposa de Cristo,
en las varias partes del globo, tiene necesidad, de
manera particular en su sede de Roma, de la ayuda del
Santo Patrono de Italia, tiene necesidad de la
intercesión de San Francisco de Asís.
Por esto llega hoy aquí. Viene para visitar esta
ciudad, testimonio siempre vivo de la maravillosa
aventura divina que se desarrolló a caballo entre los
siglos XII y XIII. Ella es testigo de aquella santidad
sorprendente que pasó por aquí como un gran soplo del
Espíritu. Soplo del que participó San Francisco de Asís,
su hermana espiritual Santa Clara y tantos otros santos
nacidos de su espiritualidad evangélica. El mensaje
franciscano se extendió lejos, mas allá de las fronteras
de Italia, y muy pronto llegó también al suelo polaco,
de donde yo provengo. Y sigue produciendo allí frutos
abundantes, como también en otros países del mundo y en
otros continentes.
Os diré que, siendo arzobispo de Cracovia, vivía
cerca de una antiquísima iglesia franciscana (S.
Francisco de los Conventuales) y que de vez en cuando
iba allí a rezar, a hacer el Vía Crucis, a visitar la
capilla de la Virgen Dolorosa. ¡Momentos inolvidables
para mi! No se puede menos que recordar aquí que
precisamente de este magnífico tronco de la
espiritualidad franciscana brotó el Beato Maximiliano
Kolbe, Patrón especial de nuestros difíciles tiempos. Y
no puedo dejar de recordar que precisamente aquí, en
Asís, en esta basílica, el ano 1253, el Papa Inocencio
IV proclamó Santo al obispo de Cracovia, el mártir
Estanislao, ahora Patrono de Polonia, del que yo era
hasta hace poco indigno sucesor.
Por eso hoy, al poner pie aquí por primera vez como
Papa, en el manantial de este gran soplo del Espíritu,
de este maravilloso renacimiento de la Iglesia y de la
cristiandad en el siglo XIII, que va unido a la figura
de San Francisco, mi corazón se abre hacia nuestro
Patrón y grita:
Tú, que acercaste tanto a Cristo a tu época,
ayúdanos a acercar a Cristo a la nuestra,
a nuestros tiempos difíciles y críticos. ¡Ayúdanos!
Estos tiempos esperan a Cristo con gran ansia,
por más que muchos hombres de nuestra época no se den
cuenta.
Nos acercamos al año 2.000 después de Cristo.
¿No serán tiempos que nos preparen a un renacimiento de
Cristo,
a un nuevo Adviento?
Nosotros manifestamos cada día en la plegaria
eucarística
nuestra esperanza, dirigida a Él solo, Redentor y
Salvador nuestro,
a Él que es cumplimiento de la historia del hombre y del
mundo.
Ayúdanos, San Francisco de Asís,
a acercar a Cristo a la Iglesia y al mundo de hoy.
Tu, que has llevado en tu corazón
las vicisitudes de tus contemporáneos,
ayúdanos, con el corazón cercano al corazón del
Redentor,
a abrazar las vicisitudes de los hombres de nuestra
época:
los difíciles problemas sociales, económicos, políticos,
los problemas de la cultura y de la civilización
contemporánea,
todos los sufrimientos del hombre de hoy,
sus dudas, sus negaciones, sus desbandadas,
sus tensiones, sus complejos, sus inquietudes...
Ayúdanos a traducir todo esto a un lenguaje evangélico
sencillo y provechoso.
Ayúdanos a resolver todo en clave evangélica,
para que Cristo mismo pueda ser «Camino-Verdad-Vida»
para el hombre de nuestro tiempo.
Asi te lo pide a Ti, hijo santo de la Iglesia, hijo de
la tierra italiana,
el Papa Juan Pablo II, hijo de la tierra polaca.
Y espera que no se lo niegues, que le ayudaras.
Has sido siempre bueno y te has apresurado siempre
a ayudar a cuantos a Ti se han dirigido.
Doy las gracias encarecidamente al Eminentísimo cardenal
Silvio Oddi, Delegado Pontificio para la Basílica de San
Francisco de Asís; al Excelentísimo obispo de Asís,
mons. Dino Tomassini, y todos los arzobispos y obispos
de la región pastoral umbra, así como a los sacerdotes
de las distintas diócesis.
Un saludo y un gracias especial a los ministros
generales de las cuatro familias franciscanas, a la
comunidad de la Basílica de San Francisco, a todos los
franciscanos, a las familias religiosas - religiosos y
religiosas que se inspiran en la regla y estilo de
vida de San Francisco de Asís. Os digo lo que siento en
lo hondo del corazón: el Papa esta agradecido a vuestra
fidelidad a la vocación franciscana. El Papa os esta
agradecido por vuestra labor apostólica y misión
evangélica. El Papa os está agradecido de las oraciones
por él y según sus intenciones. El Papa os promete
recordaros en la oración. Servid al Señor con alegría.
Sed siervos gozosos de su pueblo, porque San Francisco
os ha querido siervos alegres de la humanidad; capaces
de encender en todas partes la antorcha de la esperanza,
confianza y optimismo que tienen su fuente en el Señor
mismo. Os sirva de ejemplo hoy y siempre vuestro,
nuestro Patrón común, San Francisco de Asís.
Un saludo cordialísimo y deferente a las autoridades
civiles aquí presentes: el señor alcalde de Asís, los
miembros de la junta municipal y del consejo, las
autoridades civiles de la región umbra y de la provincia
de Perusa, y los parlamentarios de la zona. Gracias por
su presencia, gracias por haber querido unirse a la
oración de todos ante la tumba de San Francisco. A los
sentimientos de profunda gratitud, añado deseos
fervientes de bien, prosperidad y progreso para sus
personas y para toda la queridísima población de Úmbria.
Y después, desde Asís, desde este lugar sagrado, tan
querido de todos los italianos, un saludo emocionado y
una bendición especial a toda Italia, a todos los
italianos presentes espiritualmente en este encuentro
nuestro de oración, y a todo el pueblo italiano.
Deseo enviar un saludo afectuoso y un recuerdo
cordial a los emigrantes italianos, a los italianos
esparcidos por todos los continentes del globo. Yo sé
que en sus casas, tan lejanas muchas veces de Asís y de
Italia, hay siempre un recuerdo llevado de Italia y
vinculado a Asís, una imagen de San Francisco; y en el
corazón, una devoción sincera y vivida al Pobrecillo de
Asís.
Un saludo, además, a todos los que se honran de
llevar el nombre de Francisco y encuentran en nuestro
Santo Patrón ejemplo de vida, protector celestial, guía
espiritual e inspiración interior.
Para todos, una oración particular del Papa en Asís.
Y a todos, desde Asís, una bendición apostólica
especial.
Texto original italiano en “L'Osservatore Romano” - 6-7
nov. 1978.
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