Origen del Santuario
Cortona es una antigua ciudad italiana de origen
etrusco, situada a mitad de camino entre Asís y
Florencia, por lo que se puede asegurar que San
Francisco pasó por allí con frecuencia, aunque no
tengamos noticias de ello. La llamada ermita de "las
Celdas" es uno más de los eremitorios cuya fundación se
atribuye, sin fundamento histórico, a San Francisco en
los comienzos de la Orden, cuando la primitiva
fraternidad de la Porciúncula aún no había salido de los
confines de Asís . La tradición cuenta que Francisco
predicó en Cortona en 1211, antes de retirarse toda una
cuaresma en la Isla Mayor del cercano lago Trasimeno, y
que fruto de su predicación fue la conversión del Beato
Guido Vagnotelli de Cortona (h. 1190-1247), que murió y
está sepultado en las Celdas. También se dice que éste
era el propietario de este eremitorio y que fue el
primero en retirarse allí.
Las características del eremitorio de las Celdas no son
muy diferentes de las de otros de aquella época: un
lugar apartado y a la vez cercano a la ciudad, junto a
un torrente que se precipita hacia el valle entre rocas
erosionadas por las aguas, una cavidad en la bajada de
un monte cubierto de espesura, en cuya cima existía
entonces una pequeña ermita dedicada al arcángel San
Miguel. El nombre le viene de las celdas de palos y
ramas que los mismos frailes se construían para darse
allí a la contemplación y la penitencia.
San Francisco en "Las Celdas" de Cortona
La única presencia segura de San Francisco en este
eremitorio fue en la primavera de 1226, pocos meses
antes de su muerte. El santo se encontraba en Siena,
donde sufrió una inútil y bárbara intervención
quirúrgica para atajarle la grave infección ocular que
lo había dejado prácticamente ciego. Estando allí, se
agravó su estado de tal manera, que todos pensaron que
se moría. La llegada de su vicario, fray Elías, pareció
reanimarle un poco, de modo que éste decidió trasladarlo
a Asís, pasando por Cortona. De camino, se cruzaron con
un rebaño numero de ovejas, a las que el santo saludó
según solía, y ellas, como queriendo corresponder al
saludo, corrieron hacia él, balando y levantando sus
cabezas, lo que hizo exclamar al vicario: "¡Qué grande
es este hombre, que hasta los animales lo veneran como a
un padre y lo reconocen como amigo de su Creador!"
Por el mismo camino encontraron también a un pobre y
Francisco, que llevaba un manto prestado sobre sus
hombros, por el frío, dijo -como otras veces- al
compañero: "Hay que devolver el manto a este pobrecillo,
pues es suyo". Y como el compañero se negara, él más
insistía, diciendo: "Si no se lo damos, nos acusarán de
robar, y yo no quiero ser un ladrón". Porque solía decir
que las limosnas son patrimonio de los pobres, y que por
eso aceptó siempre menos de lo que le correspondía, para
no defraudarlos.
Estando ya en las Celdas de Cortona sucedió algo
parecido: los hermanos le habían conseguido un manto
nuevo, pero pasó por allí un hombre muy pobre, contando
que había perdido a la mujer, dejando huérfanos a sus
hijos. Entonces Francisco le dió enseguida el manto,
"con la condición de que no se lo des a nadie, si no es
a buen precio". Los compañeros trataron de impedirlo,
mas no pudieron recuperarlo sin antes pagárselo bien a
aquel hombre.
El santo no se detuvo mucho tiempo el Cortona. A los
pocos días se agravó de nuevo, se le hincharon aún más
el vientre y las piernas, y el estómago empeoró de tal
manera que apenas podía retener los alimentos. Entonces
rogó a fray Elías que lo llevara a Asís y éste, con las
debidas precauciones, lo acompañó personalmente.
Francisco murió en Asís la noche del 3 de octubre de
1226. En 1228 fue canonizado y en 1232 fray Elías fue
elegido ministro general de la Orden. Fue entonces
cuando, según cuenta el locuaz cronista Salimbene, el
antiguo vicario del santo se construyó un lugar
"bellísimo, ameno y delicioso, convento que se llama
todavía "Celdas de Cortona".
De las celdas primitivas se han encontrado rastros por
encima de la que ocupó San Francisco, la única
conservada por fray Elías en la nueva construcción,
consistente en una sala delante de la misma, ahora
transformada en capilla, un piso superior, destinado a
la comunidad, y otro piso aún, con las celdas de los
frailes, además de otra ala que se incrusta en el monte,
con el refectorio abajo y otras celdas encima.
Fray Elías de Asís en Cortona
Hay quien sostiene que Elías era natural de
Cortona, pero la tradición más antigua nos dice que era
natural del castillo de Beviglie, en Asís. Salimbene de Parma,
que fue recibido por él en la Orden, confirma que
nació en Asís, en el seno de una familia burguesa. Su padre,
fabricante de colchones, era
de Castel de'Britti, diócesis de Bolonia, y la madre
asisana. Cursó algunos estudios en Bolonia, donde
ejerció algún tiempo como notario, y en Asís enseñaba a
los niños a leer el salterio. Sus paisanos lo llamaban Bonbarone,
como al primer cónsul que tuvo el Municipio de Asís, en 1198.
En 1239, depuesto de su cargo de general y caído en
desgracia por su relación con el emperador Federico II,
fray Elías se refugió en las Celdas, pero enseguida
construyó dentro de Cortona un convento y una iglesia
dedicada a San Francisco, donde está sepultado, de modo
que el eremitorio perdió importancia. Entre 1314 y 1318
los "fraticelli", construyeron la iglesia, antes de ser
expulsados de allí y de la Orden, por herejes. El lugar
quedó entonces deshabitado, y pasó a pertenecer a la
diócesis, con el nombre de Santo Ángel "alle Celle" o de
las Celdas.
El lugar volvió a ser de nuevo franciscano en 1537,
cuando el obispo de Cortona, Leonardo Bonafede, lo cedió
a la nueva familia de los frailes Capuchinos, los mismos
que tres años antes se habían hecho cargo del pequeño
eremitorio de Montecasale, en la misma provincia de
Arezzo. Desde entonces, al antiguo núcleo construido por
fray Elías se le fueron añadiendo nuevas edificaciones,
hasta tomar el aspecto actual, poco unitario,
típicamente franciscano.
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