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"El citado papa Gregorio, de consejo con los cardenales y otros muchos prelados, una vez estudiados y aprobados los milagros que el Señor había obrado por medio de San Francisco, lo inscribió en el catálogo de los santos y mandó que se celebrara solemnemente su fiesta en el día en que aconteció su muerte. Sucedió todo esto en la ciudad de Asís, en presencia de muchos prelados, de gran multitud de príncipes y de varones y de innumerables fieles llegados de diversas partes del mundo, a los cuales el mismo señor papa había invitado a concurrir a la solemnidad, el año del Señor de 1228, segundo de su pontificado. Sobre esto, el mismo pontífice, que en vida había amado tan cordialmente al Santo, no solamente lo honró celebrando la canonización de manera tan suntuosa, sino que también enriqueció con regalos y preciosísimos ornamentos la iglesia construida en su honor, y en cuyos fundamentos él mismo papa había colocado la primera piedra; pasados dos años de la canonización, su sacrosanto cuerpo fue trasladado a ella con todo honor, desde el lugar donde primero había sido sepultado. Regaló a la misma iglesia una cruz de oro adornada con piedras preciosas, que contenía un trozo del lignum crucis del Señor; también regaló manteles y vasos sagrados y muchos otros utensilios para el servicio del altar, y abundantes ornamentos preciosos y solemnes. Eximió a la iglesia de cualquier otra jurisdicción inferior y la constituyó con su autoridad apostólica en cabeza y madre de toda la Orden de los hermanos menores, como aparece en público privilegio público y bulado, en el que firmaron también todos los cardenales". (Tres Compañeros, 72).Una iglesia papal y sepulcral en la Colina del InfiernoMuerto San Francisco, su vicario fray Elías y las autoridades de Asís buscaban un lugar adecuado para la sepultura definitiva: Mientras tanto, el cardenal Hugolino, protector de la Orden franciscana durante diez años e íntimo amigo del santo, elegido papa en marzo de 1227 con el nombre de Gregorio IX, ya pensaba en su canonización. En marzo del año siguiente fray Elías recibía, en nombre de la Iglesia, la donación de un terreno situado en el extremo oriental de la ciudad, en la "Colina del Infierno", para la construcción de una iglesia u oratorio o cualquier otra utilidad. Poco después el papa llegaba a Asís y nombraba una comisión de cardenales entre los más escépticos respecto a los estigmas, para iniciar el proceso de canonización de San Francisco, la cual se celebró con toda solemnidad el 16 de julio de 1228, en la explanada delante de la iglesia de San Jorge (actual Plaza de Santa Clara, donde el santo había sido sepultado provisionalmente menos de dos años antes.Al día siguiente el papa, acompañado de una multitud de personas de toda edad y condición, se trasladó solemnemente hasta la Colina del Infierno, para colocar allí la primera piedra de una iglesia que él quería "especial". El lugar reunía excelentes condiciones por su cercanía a la ciudad, porque dominaba todo el valle de Espoleto y porque en la vertiente norte había un bosque, que aún existe, ideal para que los frailes que allí habitasen se encontraran como en un eremitorio. El nombre, sin embargo, hacía honor a su utilización hasta este momento, pues era el lugar de las ejecuciones públicas, donde ahorcaban y sepultaban a los malhechores condenados a muerte. Parece ser que el mismo Francisco, que quería asemejarse en todo a Cristo pobre y crucificado, había expresado su deseo de ser enterrado en este "calvario" asisano.Tras rebautizar el lugar como "Colina del Paraíso" el papa Gregorio IX nombró a fray Elías responsable de la realización del proyecto de la iglesia y de un anejo palacio o residencia papal, en cuyo semisótano vivirían los frailes, sin otra cosa que un dormitorio común, el refectorio y la cocina. El llamado "convento de fray Elías", conservado casi intacto, aún hoy, después de casi ocho siglos, nos habla de la humildad, pobreza y austeridad de los comienzos del franciscanismo.El arquitecto de la Basílica fue, según se dice, "Jacopo tedesco", o sea un alemán, y no es de extrañar, pues los italianos desconocían aún el nuevo estilo gótico que ya se estaba imponiendo en el resto de Europa y que fue aplicado en la nueva iglesia. El proyecto consistía en la iglesia principal (basílica superior) y una cripta sepulcral para el santo, tan grande que nunca la llamaron cripta, sino "iglesia inferior".La Tumba de San FranciscoEn mayo de 1230 la cripta o Basílica inferior, de estilo románico, ya estaba terminada, de modo que fray Elías pudo trasladar desde la iglesia de San Jorge el sarcófago de piedra protegido por una jaula de hierro con los restos de San Francisco, para depositarlo debajo del altar mayor, con todo tipo de precauciones para evitar que los robaran. Durante 600 años nadie pudo ver ni tocar el cuerpo del santo. Sólo en 1818, para salir al paso de leyendas y dudas y satisfacer así una curiosidad acumulada durante siglos, los frailes Conventuales del Sacro Convento, con la autorización del papa Pío VII, se pusieron a excavar debajo del altar mayor, hasta lograr abrir la sepultura del Santo, que apareció intacta, como fray Elías la dejó seis siglos antes.Para hacerla accesible a todos los peregrinos y devotos del santo, el arquitecto asisano Antonio Brizzi proyectó una nueva cripta en torno a ella, pero se vio forzado a realizarla según el proyecto neoclásico del arquitecto pontificio. Un estilo que desentonaba con el resto de la construcción, de modo que en 1930, al calor de las celebraciones del VII Centenario de la muerte de San Francisco (1926), se decidió sustituida por la cripta actual, algo más amplia y de estilo neorrománico, obra del arquitecto perusino Hugo Tarchi.La celda funeraria construida por fray Elías se puede ver ahora formando parte de un grueso pilar que sostiene el altar mayor de la Basílica Inferior. Una ventana abierta en la parte delantera permite ver en su interior el sarcófago con las rejas de hierro, tal como fue depositado allí por fray Elías hace casi ocho siglos. Dentro hay una urna metálica dorada del 1818, que contiene otra más moderna, transparente, del 1978, que ha sido la segunda y última vez que se efectuó un reconocimiento de los restos de San Francisco. En las cuatro esquinas de la tumba hay unos nichos con los restos de cuatro compañeros del Santo: fray León, fray Rufino, fray Ángel de Rieti y fray Maseo de Marignano. Otros cinco, entre ellos Bernardo de Quintavalle y fray Silvestre, están sepultados en el brazo lateral derecho de la Basílica inferior.Las vidrieras y frescos de la doble BasílicaFray Elías, una vez depositados los restos de San Francisco en su nueva sepultura, completó el proyecto de la Iglesia en un tiempo record. En 1239 ya estaban las campanas instaladas en la gran torre románica de 60 metros de altura, y un gran crucifijo de madera encargado por él a Giunta Pisano presidía la iglesia superior desde el 1236. Habían pasado sólo once años desde la colocación de la primera piedra. Las dos iglesias y el palacio papal fueron consagradas al culto en mayo de 1253 -el mismo año de la muerte de fray Elías-, por el papa Inocencio IV, que estuvo residiendo en Asís buena parte de ese año. Este mismo papa fue quien ordenó que se "dignificara" el conjunto, con trabajos de decoración.Las vidrieras de los grandes ventanales góticos del ábside y brazos laterales de la Basílica Superior corrieron a cargo de artistas franceses y alemanes, pues los italianos casi desconocían la nueva técnica. Son las más antiguas de Italia. Las restantes son de la segunda mitad del siglo XIII y principios del XIV. Del diseño de los cartones se encargaron los mismos pintores que afrescaron las paredes con escenas bíblicas y vidas de santos entre 1260 y 1320. Entre ellos hay que destacar :- el anónimo Maestro de San Francisco, que decoró toda la iglesia inferior;- algunos maestros góticos europeos anónimos y Cimabue de Florencia (hacia 1275), que comenzaron a decorar la Basílica Superior por la parte del presbiterio, crucero y brazos laterales;- algunos maestros romanos (hacia 1280), entre los que destaca Giacomo Torritti, autor de mosaicos bizantinos en las Basílicas romanas de San Juan de Letrán y Santa María Mayor, que decoraron la primera parte de las paredes superiores de la nave de la iglesia con escenas bíblicas del Antiguo y Nuevo Testamento.- Otros maestros anónimos continuaron las paredes superiores: el maestro del Prendimiento a la izquierda, quizás de origen oriental y el más bizantino de todos; y el maestro de Isaac a la derecha, que algunos identifican con Giotto, el primero que representa escenas en perspectiva e imita los frescos clásicos de la antigua Roma. Con él y con Cimabue, que también pintó un retrato de San Francisco en la Iglesia inferior, hacen acto de presencia, por primera vez en Italia, las principales características del futuro Renacimiento italiano.- El padre de la pintura moderna italiana y verdadero precursor del Renacimiento es, sin embargo, Giotto Bondoni, florentino de la escuela de Cimabue, que con 25 años aparece por primera vez en Asís, completando, con otros artistas, las paredes y bóvedas encima de la entrada de la Basílica Superior de Asís (1285-1305 aprox.). Él representa la síntesis de las innovaciones de sus predecesores, a las que añade todo su genio y maestría para crear un estilo personal nuevo, lleno de realismo y creatividad, introduciendo el paisaje y tridimensionalidad de la escena, el realismo de los personajes y la representación de escenas reales y de modelos tomados de la arquitectura y mitología clásicas. No es, pues, extraño, que se le encargara a él la misión de completar la decoración de la Basílica con las 28 escenas de la Vida de San Francisco inspirada en San Buenaventura, su primera gran obra maestra que lo hizo célebre en toda Italia y en el mundo.- Después del 1300 Giotto se convirtió en el pintor más cotizado de Italia, y estuvo trabajando en Roma, Nápoles, Aviñón, Rímini, Florencia, Padua, etc. En varias ocasiones regresó a Asís, para decorar, en la Basílica inferior, una de las capillas góticas añadidas a finales del siglo XIII (S. María Magdalena), el brazo lateral derecho (con escenas de la Infancia de Cristo, algunos milagros de San Francisco y una Crucifixión que podemos considerar la primera realmente moderna) y la bóveda encima del altar mayor, con una alegorías que representan la glorificación de San Francisco, consecuencia de su seguimiento fiel a Cristo pobre y crucificado en espíritu de Humildad-Obediencia, Castidad y Pobreza. Se trata de una de sus últimas obras maestras, realizada hacia 1310-1312, después de haber trabajado en la capilla de los Scrovegni de Padua.- El lugar de Giotto fue ocupado, hasta el 1320, por los artistas de Siena Pietro Lorenzetti y Simone Martini, que avanzan a pasos agigantados por el camino nuevo inaugurado por Giotto, a quien superan en realismo, dramatismo y belleza, aunque no en perspectiva. En estos artistas cortesanos destaca la elegancia y el refinamiento de las formas y los colores. Las escenas de la Pasión de Cristo de Lorenzetti, en el brazo lateral izquierdo de la Basílica, es una gozada para el espectador, que no se cansa nunca de descubrir nuevos y originales detalles. Su Virgen del Ocaso (Madonna dei Tramonti) anuncia ya las futuras Madonnas del Renacimiento. La capilla de San Martín, pintada por Simone Martini, es un retrato de la vida de los grandes príncipes y señores de aquella Italia espléndida de principios del siglo XIV.- Otros artistas continuaron la labor de los anteriores, pero ninguno lograría igualarlos. Del siglo XIV destacan el asisano giottesco Puccio Capanna (Capilla de San Estanislao) y Andrea Bártoli de Bolonia (Capillas de Santa Catalina y S. Lorenzo). En el siglo XVI, el asisano Dono Doni (capilla de San Antonio y claustro) y, por último, en el siglo XVII, los artistas locales Sermei, Giorgertti y Martelli (atrio de entrada y bóveda del presbiterio).Otras cosas interesantesEs imposible reunir en una sola página todo lo que se puede admirar en la Basílica de San Francisco, patrimonio de la humanidad como toda la ciudad de Asís y sus santuarios; por eso nos limitamos a dar aquí una lista de lo más interesante, empezando por el anejo Sacro Convento de San Francisco, que fue creciendo entre los siglos XIII y XVII, con sus claustros góticos y renacimentales y sus características arcadas y pórticos externos del siglo XIII, que le dan un aspecto único. También hay que destacar la plaza inferior, proyectada a mediados del siglo XV y concluida un siglo más tarde. De estilo renacimental son los pórticos que la rodean, el pórtico que protege la fachada gótica de la Basílica Inferior y la fachada del ex-oratorio de San Bernardino de Siena. Con motivo del Gran Jubileo del año 2000 se sustituyó el asfalto de la plaza por un pavimento de piedra de granito procedente de cuatro continentes, para expresar la universalidad de este santuario, punto de referencia obligado cuando se habla de paz, ecumenismo o diálogo con las religiones.En el Museo-Tesoro de la Basílica se exponen relicarios, cálices y objetos litúrgicos y artísticos, algunos de los cuales pertenecieron a los Papas de los siglos XIII-XIV. Donación del papa conventual Sixto IV es un magnífico tapiz de la segunda mitad del siglo XV, que representa el "árbol" franciscano. Enriquece el museo la Colección Perkins, de tablas románicas y góticas italianas.Tampoco hay que olvidar la antigua sala capitular, contemporánea de la Iglesia, convertida ahora en Capilla de las Reliquias, donde se conservan, por ejemplo, un hábito de San Francisco, un autógrafo suyo con la bendición que le dedicó a fray León, la bula original con la aprobación de la Regla de los Hermanos Menores; las zapatillas de piel con que cubría los estigmas de los pies o la piel de gamuza que impedía que la sangre del costado manchara la túnica; el cuerno de marfil regalo del sultán de Egipto Melek-el-kamel en 1219; el cáliz y la patena que usaban los frailes en La Porciúncula; y algunas más cosas.Aparte de esto, en el Sacro Convento se guarda un precioso archivo documental y una rica biblioteca franciscana con cientos de manuscritos y miles de libros de gran interés. En una parte del Convento se encuentra también el Instituto de Ciencias Religiosas (ISSRA) y el Instituto Teológico de Asís (ITA), afiliado a la Pontificia Universidad Lateranense de Roma. La comunidad franciscana Conventual cuenta en la actualidad con más de cuarenta religiosos de todo el mundo, que se dedican principalmente a la acogida de peregrinos y turistas en el Santuario y a actividades pastorales, docentes, ecuménicas, etc.Ver Galería de fotos de Asís
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